Adiós, Don Pepito


07 de Diciembre de 2014
por Iñaki Ortiz

La industria está de enhorabuena, o eso dicen. Han conseguido cerrar las webs de enlaces "Series Pepito" y "Peliculas Pepito". Además, viendo las barbas de su vecino arder, Series.ly ha puesto las suyas a remojar. Que han quitado los enlaces a contenidos pirata, vaya. Algunos, en la industria están muy satisfechos y eso es lo que me preocupa, que a día de hoy ni siquiera han sido capaces de hacer un diagnóstico del problema. La solución, por tanto, está a años luz.

Dicen que los Pepitos se habían embolsado más de un millón de euros. La cifra está en cuestión, pero da igual, dejémoslo en "mucho dinero". Si la comparas con las pérdidas de la distribución de cine, es tentador hacer un ejercicio de equivalencia muy básico y pensar que lo que unos pierden otros ganan. Si buscas a quién se beneficia encontrarás al culpable. Decididamente, esta vez no.

Mucho antes que las webs de enlaces vieran la oportunidad de forrarse, la piratería ya estaba perfectamente asentada y se basaba en un concepto muy sencillo: compartir. Cualquiera que no sea muy joven recordará el tiempo de las cintas. Ese amigo que se compraba el disco y te lo dejaba para que lo grabaras en cinta, y de tu cinta a otra cinta. No necesitábamos webs de enlaces que nos marcaran el camino. Y después, llegó el P2P y el archivo que uno tenía en su ordenador lo descargaban muchos "amigos" desconocidos. El concepto era mismo, pero globalizándolo y aumentando brutalmente su alcance. Nuevamente, no hacía falta ninguna web de enlaces, solo utilizar el buscador de la aplicación. Si cerrasen todas las webs de enlaces del mundo, podríamos volver a usar algo parecido al eMule. En definitiva, las webs de enlaces no son condición necesaria, ni mucho menos, para que la piratería siga funcionando. Solo son elementos con pocos escrúpulos que han aprovechado una posibilidad de negocio, en un nuevo sistema. Ofrecen un servicio añadido, con fichas de películas, listados de estrenos, y todo lo que se les pueda ocurrir, para conseguir que la comunidad pirata pase por sus puertas.

Os voy a contar cuál es el problema de la industria, porque sí, yo lo sé: los consumidores gastan cada vez menos dinero en sus productos. Es ese y no otro. Y la piratería es una causa. De hecho, es una de ellas. Sin embargo, parece que la industria ha olvidado realmente cuál es su problema, con una equivalencia torcida entre el problema y su causa. De esta manera, descorchan botellas de champán con el el perjuicio que le causan a sus archienemigos, los Pepitos, sin darse cuenta de que eso no va a hacer que aumenten ni en un euro, sus ingresos. Podría llegar un momento en que acabasen con todos los malvados proveedores en enlaces y ya entonces, podrían morir felices, sabiéndose los ganadores morales de la guerra, al tiempo que cierran definitivamente sus negocios porque ya no son rentables.

Podemos preguntarnos si los derechos de autor son una cuestión moral o un modelo de negocio. Podemos hablar de los problemas éticos a la hora de cerrar o bloquear una publicación. Incluso el acceso libre a la cultura frente a los derechos de quienes la crean. Nada de eso me interesa. Solo hay un tema sobre el que ahora me gustaría que se hablase: cómo va a sobrevivir el cine. ¿Quién va a pagar los costes de una producción? Es un tema complejísimo. Por supuesto, yo no tengo la solución, pero intuyo que pasa por flexibilizar el sistema, que ahora mismo es un mastodonte de procesos lentos y caminos cerrados. Pasan meses hasta que podemos acceder a algunas películas. Un ejemplo anecdótico, pero que nos recordará a otros muchos casos: Tom à la ferme, una de mis películas favoritas de 2013 no se ha visto en cines en España (a pesar de que la nueva película de Dolan, Mommy, ya está en cartelera) y después de un paso puntual por esa plataforma esencial que es Filmin, ahora no está disponible de ninguna manera en nuestro país. No la puedo comprar, no la puedo alquilar. Eso sí, volví a verla el otro día gracias a que está disponible en el mercado pirata, en perfecta calidad, en versión original. Os pasaría un enlace pero si lo hago, podrían cerrarnos Precríticas.

Mientas el sistema se desmorona, algunos intentan sacar adelante propuestas como Filmin, que se ve constantemente complicada por el sistema de derechos, tiempos, quejas de otros exhibidores tradicionales. Otros se dedican a cerrar a los Pepitos y aplaudir como en una película de polis y cacos, como Los Intocables de Eliot Ness luchando contra el imperio del crimen, sin darse cuenta de que no ven mejorar ni un ápice su situación con toda esta energía gastada. Los usuarios de Series Pepito tardarán un par de minutos en encontrar su nueva web de enlaces preferida. Y ni siquiera la necesitan.

Estas webs han conseguido hacer mucho dinero y eso debería lleva a alguna reflexión. Ese dinero proviene de la publicidad online, un valor poco explorado por la industria, y de usuarios premium: es decir, de gente dispuesta a pagar por contenidos. Está claro que su gran ventaja es que no tienen que pagar derechos de autor. De hecho, en realidad, ellos solo proporcionan el enlace, ni compran ni venden, solo dan servicio. Pero no es su falta de gasto la única ventaja, aunque sea la mayor. También son más flexibles, más rápidos, más completos, más cómodos. En definitiva, el servicio pirata, hoy en día, es infinitamente superior al de pago, porque carecen de los innumerables impedimentos con los que se encuentra la oferta legal. Y esto es lo que no podemos consentir, que el servicio de pago sea peor. El acceso a contenidos pirata funciona como un tiro en todos los sentidos. Ver cine en perfecta calidad que no se estrenará en nuestro país hasta dentro de meses (o incluso, nunca). Distribución centralizada. Archivos flexibles. ¿Os imagináis que un negocio clandestino de coches robados diera mejor servicio que un concesionario? Un disparate. Eso es lo que está ocurriendo. La industria se queja de que es imposible competir contra la oferta del todo gratis, pero lo que está claro es que será muy difícil hacerlo con un servicio mucho peor. No basta con que existan opciones como Filmin, hace falta que el sistema sea mucho más flexible para que pueda crecer.

Por otro lado, habría que pensar qué pasa con ese dinero que dejan de ganar los Pepitos. Sería ingenuo pensar que va a volver a la industria. Simplemente se repartirá entre el resto de su competencia y en el caso altamente improbable de que algún día todas las webs de enlaces se cerraran, ese dinero simplemente desaparecería, porque como comentaba antes, los usuarios de contenidos piratas podrían seguir accediendo, sin pasar por los anuncios esta vez. Está bien que se alegren de que algunos ya no se aprovechen del trabajo ajeno, pero, ¿y si somos menos combativos y más inteligentes? ¿Y si, mientras la industria no se hace fuerte para conseguir ser una verdadera alternativa legal, obligamos a estas webs a pagar un altísimo porcentaje de sus ganancias para la causa? Al fin y al cabo, ganan dinero con material ajeno, aunque tuvieran que ceder un 75%, seguiría resultándoles rentable. Ese dinero podría emplearse en subvenciones a la exhibición o a la distribución, o incluso a la producción. Y como nos dicen, es mucho dinero. Si la alternativa es el cierre, no se van a negar. Obviamente esto plantea enormes complejidades legales, pero en definitiva es una cuestión de voluntad. Desde luego que no es el ideal, pero podría llevarnos a mejorar las cosas, en lugar de desperdiciar toda un mercado negro que está dando muchos beneficios. Más allá de la idea concreta, quiero hacer hincapié en que hay dinero en el mundo del consumo de contenidos, sea pirata o no. Deberíamos ser capaces de articularlo. Y si alguien idea un sistema por el que el cierre de una web de enlaces resulta rentable a la industria, adelante. De momento, no tiene ese efecto.

Aunque si lo que queremos es descorchar champán, entonces no. Que cierren a Don Pepito y a Don José, y cantemos alegres mientras vemos como nuestro cine se va a la mierda. Quizá el anuncio cansino de la campaña "crea cultura" que ponen al inicio de las sesiones de cine (a los espectadores que sí han pagado) con trabajadores desapareciendo de forma muy vistosa, deberían ponérselo a la Industria (he usado la mayúscula) porque quizá son ellos quien más se deben mentalizar de que mientras siguen atascados, miles de personas pierden su puesto de trabajo. El anuncio empezaría así "Cada vez que das un mal servicio a tus usuarios...".




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