¿Tiene sentido una adaptación de '1984', hoy?


20 de Noviembre de 2014
por Iñaki Ortiz

La noticia aún está calentita. Paul Greengrass dirigirá la nueva adaptación de 1984 de George Orwell. Considerada como una de las tres grandes novelas distópicas de la primera mitad del siglo XX (junto con Un mundo feliz y Fahrenheit 451). Lo que yo me pregunto es si tiene sentido una adaptación en nuestros días, principalmente si es más o menos fiel -en realidad, no sabemos nada de por dónde irán los tiros, pero no se ha indicado que vaya a ser una adaptación libre.


La novela

A estas alturas creo que casi todo el mundo sabe de qué va la novela, por lo menos a grandes rasgos. Sin entrar en detalles de la trama, hablaré del contexto. Una dictadura fuerte, en el futuro, en la que las libertades individuales han desaparecido. Todos los ciudadanos son vigilados por cámaras, y se demuestra adoración reverencial a un líder, el Gran Hermano. La novela hace un análisis de los métodos dictatoriales, la paranoia de delación, la anulación del pensamiento crítico, etc. Está escrita en los 40 y tiene mucha inspiración del régimen estalinista.


Adaptaciones

1984 John Hurt

La última adaptación oficial que hemos visto en cine se estrenó precisamente en 1984. Se encargó de ella un artesano como Michael Radford, con John Hurt de protagonista. No pasaba de correcta. Antes, en los años 50, hubo una película para televisión de la BBC con Peter Cuching de protagonista; y otra para cine dirigida por Michael Anderson (La vuelta al mundo en 80 días, La fuga de Logan). Pero sin duda la más conocida es la de Radford.

En la adaptación de Radford, la estética está claramente inspirada en la Unión Soviética, tomando la misma idea de la novela. Aunque por su fecha de estreno, deberíamos decir que la película está ambientada "en la actualidad", se obvia la cuestión, confiando en que el espectador se abstraiga de la fecha y lo entienda como un futuro relativo.

No ha habido más adaptaciones oficiales pero sí que hay muchas películas que tienen una clara inspiración. La más evidente quizá sea Brazil, de Terry Gilliam, estrenada un año después, en 1985, con una sociedad controlada por completo por el estado. Además, utilizaba una estética dieselpunk (mezclar ambientación futura con tecnología de la primera mitad del XX) con lo que se situaba muy claramente en el punto de vista de una historia ideada en los años 40. En esto, Gilliam fue mucho más audaz que Radford para salvar un planteamiento que en algunos aspectos se estaba quedando atrás.

Brazil

Antes que ellos, en 1971, George Lucas rodó su particular distopía, THX 1138, que tenía una similitud considerable, al menos en el contexto social. Los Wachowski han tratado temas similares, en V de Vendetta (de Alan Moore) y en uno de los episodios de El atlas de las nubes. Incluso, en la reciente Snowpiercer de Bong Joon-ho, podemos encontrar elementos de control social y lucha de clases, que nos pueden recordar a la novela. Y curiosamente, o no, también participa John Hurt. Por último, comentar la delirante versión humorística que rodó Woody Allen: El dormilón. Lo cierto es que tres de las primeras obras de Allen giran en torno a la misma idea de dictadura, pero esta es la que está ambientada en el futuro y remite muy directamente a la novela con detalles explícitos.

La cuestión es que no solo ha habido ya tres adaptaciones oficiales, si no que la esencia de la novela ha sido ya asimilada por montones de películas posteriores, en mayor o menos medida de las que solo he nombrado unas cuantas. ¿Tiene sentido volver al origen?

El primer problema es la fecha, 1984, que lejos de ser futuro, han pasado ya 30 años. Y no es una simple cuestión numérica, no basta con buscar otra fecha en el futuro o recurrir de nuevo a la ucronía como hiciera Gilliam. Es más bien un problema de progreso superado. A nivel tecnológico, todos los aspectos que se tratan en la novela son casi una cuestión cotidiana. Vivimos en la era de Internet, donde cualquier móvil es una cámara conectada a la red. La técnica que se plantea en la novela como una idea futurística hoy es el pan de cada día. En cuanto al aspecto político, lo cierto es que estamos rodeados de cámaras. Esto ya lo explotó Tony Scott en 1998 con Enemigo público y ahora, con coches de Google fotografiando todo nuestro entorno, es cada vez menos lejano. El control en los aeropuertos, nuestro rastro digital, la NSA espiando, Wikileaks... Y sobre todo, las redes sociales. Por qué iba el gobierno a empeñarse en socavar nuestra intimidad si ya lo hacemos nosotros por ellos. Instagram es 1984. Google es 1984. Y si pensamos en la situación internacional, tenemos ejemplos mucho más adecuados que el de Stalin. ¿O acaso la realidad no supera a la ficción en el caso de Kim Jong-un, el "querido líder"? ¿Qué queda por buscar en el futuro si la realidad ya nos ofrece la tecnología y los ejemplos políticos?

Kim Jong Un


Gran Hermano

Y por encima de todo, el gran hermano. Las nuevas generaciones asociarán más fácilmente el gran hermano al aburrido reality que a la célebre frase de la novela "El Gran hermano te vigila". Haced la prueba: escribir en Google "Gran hermano te..." y veréis que os sugiere "Gran hermano Telecinco". El primer Gran Hermano se emitió en Holanda en 1999, es posible que alguien que esté leyendo esto no haya conocido un tiempo anterior a él. A lo que quiero llegar es que, si se va a hacer una adaptación fiel, será difícil no mencionar la mítica expresión, y hoy en día, lo más probable es que provoque risa.

Hemos interiorizado como algo absolutamente normal el hecho de que personas estén siendo observadas las 24 horas al día por todo el país. ¿Os acordáis que en los 90 sonaba a algo transgresor? Por no hablar de otras evoluciones más extremas de este tipo de programas. Lo futurista sería llevar al cine la idea que se ha planteado ya, también en Holanda, de Mars One, un Gran Hermano en Marte.

Mars One

Escapar del original

En tanto en cuanto la adaptación sea menos fiel, el resultado creo que puede ser más satisfactorio, aunque por supuesto, un ejército de talibanes orwellianos rumiará. Y entiéndase orwellianos por su pasión por George Orwell y por su condición gregaria. Creo que es clave que se cambien los términos, en especial el de Gran Hermano. Y sobre todo, es importante que se busque una mirada desde nuestro tiempo, a un futuro bien distinto al que imaginó el escritor y necesariamente más cercano, incluso presente. La trama de la novela no es precisamente lo más interesante, de hecho es bastante sencilla. Es el planteamiento de contexto, la sátira, el análisis el que tiene valor.

Cambiarlo todo será probablemente la manera más razonable de mantener la esencia de la novela que, eso sí, sigue siendo perfectamente actual. La política exterior agresiva como una manera de mantener la cohesión interna, la aniquilación del pensamiento crítico, la propaganda. Greengrass, quien por cierto es un director bastante más centrado en el realismo político y en los hechos reales, debería idear una obra mucho más anclada en nuestro tiempo. Centrada en un planteamiento realista y no lejanamente futurista, como fue la novela. De lo contrario, solo tendrá un homenaje reverencial a una novela demasiado importante como para deconstruirla.

Veremos.

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