Crítica de la película Guardianes de la galaxia por Iñaki Ortiz

El cine como evasión


4/5
18/08/2014

Crítica de Guardianes de la galaxia
por Iñaki Ortiz



Carátula de la película Un niño pierde a su madre demasiado pronto. Se encierra en su música mientras la ve agonizar en una sala de hospital. Su padre hizo poco más que inseminarla; luego desapareció. La vida, a partir de ahora, supone vivir bajo la tutela de alguien que demuestra constantemente que está haciéndole un favor por criarle. Es muy fácil, en estos casos, renunciar al odioso mundo que te ha tocado y elegir uno nuevo, repleto de color e imaginación, con mundos fascinantes y aventuras que te alejan de la crudeza de una vida de mierda. Ya le pasaba a otro huérfano, Harry Potter en una situación parecida.

El chaval crece. Sigue encerrado en sus cascos, intentando atrapar el tiempo anterior a la infelicidad. Es un solitario que se va haciendo a sí mismo. En su adolescencia empieza a rodearse de gente herida, como él. Un pequeñajo inteligente al que se le dan bien las ciencias pero que tiene tan poco atractivo como autoestima, que se esconde detrás de una actitud agresiva. Un fumeta sensible pero demasiado ido como para articular una frase con sentido. Un grandullón de buen corazón, pero pocas luces y algunos rasgos leves de Asperger, que le dificultan socializar. Una joven bonita que ha sufrido demasiado en casa, víctima de abusos para la que ahora será muy difícil relacionarse de manera normal con el resto. En definitiva, un grupo de marginados -estos sí, y no los falsos personajes de Las ventajas de ser un marginado. El tipo de grupo que se une en la necesidad, aprovechando la causa que sea, para suplir las enormes carencias afectivas que tienen, gracias a que todos han sentido en su piel tristezas similares. Conocerse, aceptarse, protegerse. La vida no les ha sonreído hasta ahora. Si además, juntos pueden hacer un servicio a la comunidad, a esa gente feliz, de vidas luminosas y claras, para ser definitivamente aceptados, el resarcimiento es absoluto.

Este es básicamente el hilo emocional de Guardianes de la galaxia, todo lo demás es circunstancial. En la medida en la que James Gunn, su director, refuerza este aspecto, la película crece. Como hacía con la también muy marginal y mucho más undeground, Super. De marginalidad y undergrounds sabe un rato porque empezó escribiendo para La Troma, productora de serie Z. Es una lástima que el guión se pase de explicativo. Los personajes se pasan la película verbalizando sus emociones, que por otra parte ya son bastante visibles a través de sus actos. Un mal endémico en las superproducciones de Hollywood, que muchas veces arruina la mirada del espectador. El guión está casi tan explicado como esta crítica.

Se la ha comparado con Star Wars, y con razón. Empezando por la tipografía y el género -space ópera. Hasta el título en español se parece. Con una estructura de guión asombrosamente equivalente a aquella. El Halcón Milenario es el Milano. Chewaka es Groot. Y así hasta un largo etcétera. Pero les separan dos cuestiones básicas (además de que aquella era mucho más redonda, y mejor narrada). La primera es el tono. Aquí mucho más gamberro y distendido. Entre aquella y esta ha ocurrido algo importante: los 80. Una época que aparece representada en la película, y cuyo cine golpea los cimientos de género que la sostienen. La introducción parece inspirada en el Spielberg más emotivo. La ligereza y la irreverencia lúdica, la alejan de la obra maestra de Lucas.

Pero también difieren en el tema central. Star Wars trataba grandes cuestiones como son la corrupción intrínseca del poder, el autocontrol o el sacrificio. En Guardianes de la Galaxia, aunque el sacrificio también tiene una presencia importante, trata temas mucho más mundanos; esos de los que hablaba al principio. En cierto modo, es como si nos contase la historia de un chaval que ha crecido con Star Wars y traduce los problemas -trágicos, universales, pero en definitiva, cotidianos- de su pequeño mundo a ese gran universo apasionante. Como Bastian en La historia interminable (otro que había perdido a su madre). En definitiva, una historia sobre la fantasía al más puro estilo de los ochenta. Una heredera del fantástico que habla de lo que ha supuesto el fantástico. Si observamos la trama, la introducción en nuestro planeta es bastante prescindible, y sin embargo, eliminarla cambiaría todo el sentido de la obra. "El cine como evasión" parece ser al mismo tiempo el tema y el lema de la película.

O quizá simplemente, el joven que creció con Star Wars es el director, James Gunn.



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