Crítica de la película The Guest por Iñaki Ortiz

The Guest podría entenderse como una reformulación perversa de Drive. La figura del caballero andante, seguro de sí mismo, valiente, piadoso y muy eficaz a la hora de impartir justicia de forma violenta. Y sobre todo, cool. Combina ese aspecto de tipo solitario -porque no necesita a nadie, no porque sea un marginado- con ese control absoluto sobre su destino. Si conduce, lo hace con firmeza, y siempre, por encima de todo, con buena música. La selección musical no es tan impecable como lo era en Drive, pero hay una serie de temas muy bien escogidos, que además, guardan similitudes en estilo con aquella. Temas muy atmosféricos como Masquerade de Clan of Xymox, que podemos relacionar con elecciones de Drive como Under Your Spell de Desire; o los temas de SURVIVE en esta, que son muy cercanos a Chromatics en aquella. Como digo, no toda la selección musical está a la altura pero es, en parte, porque está más apoyada en las canciones (no tanto en la banda sonora original) y hay más títulos, que en muchas ocasiones solo tienen una pequeña aparición.

La principal diferencia entre las dos es que en esta hay un reverso oscuro. Ya desde el principio se nos anuncia que el protagonista no es trigo limpio. Paralelamente, su perfección se caricaturiza. Es el buen chico para la madre; el fiel compañero de copas del padre; la seguridad que necesita el chaval; y el novio comprensivo y varonil que poco a poco va conquistando a la chica. Es la respuesta a los problemas de todos, el lugar donde volcar las frustraciones y el bastón en el que apoyarse; pero sobre todo una fuente de seguridad. Todo esto no sería posible sin una interpretación especialmente carismática de Dan Stevens, que es el particular Gosling de esta historia.

En la primera mitad de la película, la caricatura y el radicalismo de su figura heroica es patente, y eso deja paso a una creciente explosión de excesos, y a un giro del punto de vista. Nos alerta de que quizá, delegar toda nuestra seguridad personal en un justiciero violento y desproporcionado no sea la mejor idea. Es, en definitiva, una muestra a mínima escala del fascismo, o de cualquier encumbramiento de quien hace uso de la fuerza. En Drive, tenemos a un héroe que se define como tal por su capacidad de sacrificarse ante el bien común -tema bastante recurrente (los dos últimos Batman, o siguiendo con Refn, Only God Forgives). Se diría que Simon Barrett, el guionista, no cree demasiado en la figura del héroe, al contrario, nos avisa de sus peligros en una sociedad que ya no los necesita, no al menos de ese tipo, no de esos salvadores violentos que mienten a quienes protegen. No deja de ser, por otra parte, una historia de desubicación de un soldado que vuelve a casa.

Adam Wingard, el director, da un paso adelante, después de su exitosa pero irregular Tú eres el siguiente. Lo cierto es que en los últimos años, muchos son los proyectos en los que ha participado, ya sea colaborando en películas de episodios o con varios largos, en su mayoría menores, por lo que hago referencia a aquella otra película como precedente más relevante. Se le apreciaba las ganas de deslumbrar, la libertad de mezclar géneros, pero finalmente degeneraba un poco. The Guest se presenta como una obra con más solidez, más unidad, pero sin perder esa frescura desprejuiciada que le permite situarse a cierta distancia cínica y bromear sobre el exceso que está ofreciendo. Se apoya mucho en la selección musical, como comentaba antes, y cierta estilización, mucho menos ambiciosa que la que podíamos tener en Drive con una música similar.

Finge jugar al fantástico, al Soldado Universal y a las conspiranoias, cuando en realidad, su género se mueve mucho más cerca del thriller adolescente, con especial énfasis en la vida del instituto, los ligues, las drogas... Aunque la película no empieza en ese punto ni mucho menos, pronto va derivando en esa dirección, y en la misma medida va ganado en ligereza. Finalmente tenemos un resultado muy divertido, con una película cargada de elementos cómicos, de acción disfrutable y sobre todo, de un villano apasionante.