Crítica de la película La Terminal por Romulo

Fabuloso despegue, peor aterrizaje


3/5
12/09/2004

Crítica de La Terminal
por Romulo



Carátula de la película LA TERMINAL empieza con garbo, con ritmo y con gracia. Con mucha gracia. Con los elementos de una comedia de alto nivel, de sobresaliente, de nota alta, de premio. Y con sustancia. Ese hombre sin patria que queda recluído para siempre entre los límites de la terminal internacional del JFK AirPort ejemplifica con su drama que es comedia el absurdo de un país en el que la burocracia, la normativa, el papeleo, están por encima de las desgracias y las tragedias de cualquier persona, cualquier ser humano.


Spielberg sabe ir mostrando los comienzos de la película buscando arrancar desde el primer minuto la sonrisa y la carcajada del espectador. Esto es una comedia y el mensaje funcionará tanto mejor cuanto mejor funcione, asimismo, los mecanismos que rigen toda comedia: el ritmo, el gag, el ingenio, la actuación.


Durante la primera hora de película, LA TERMINAL lo tiene todo. Tiene ritmo, la mano que mece la cuna es la de Spielberg, eso no podía fallar. Tiene gags fabulosos: La llegada con un Hanks que no entiende ni papas de inglés y que pide un taxi a los de aduanas; Hanks con los carritos porta-maletas; Hanks haciendo de casamentero entre el personaje de Luna y la chica de los visados (DENIED!)... Tiene ingenio, incluso cuando recurre a gags ya conocidos (el golpe contra el espejo, los resbalones) tiene la habilidad y, repito, el ingenio, de reforumarlos para seguir jugando con ellos, darle otra vuelta de tuerca y volvernos a arrancar una carcajada. Y tiene un intérprete soberbio.


Hanks es quizás el mejor actor de comedia del cine actual. Y si Jack Lemmon es considerado un grande por eso mismo, hay que considerar a Tom Hanks como otro grande, por justicia. Su actuación es sublime, inmensa, tierna, graciosa, rica... de premio. Hanks carga toda la película sobre sus hombros y uno acaba por querer a este hombre tanto como si fuera un amigo al que acoge y al que acaba por querer como a un hermano.


El problema de la película está en el resto de los intérpretes; o siendo más justos, en el resto de personajes. Salvo el personaje de Stanley Tucci, ese comisario que se ve superado por la insistencia y la personalidad de Viktor Navorski (Hanks), el resto de caracteres que completan la lista de secundarios es lamentablemente pobre. El personaje de Catherine Zeta Jones acarrea más atención de la que merece (mucha culpa del guionista... pero ella está fatal, insoportable, una llorera falsísima y un tic de pestañeo de "pestañas Loreal" que... para tirarla por un barranco), las historias paralelas en las que esos secundarios involucran a Hanks, son flojas, sin sustancia, y van poco a poco desmereciendo ese altísimo nivel que la película manteía hasta su mprimera hora de metraje.


La segunda hora de vuelo va perdiendo gas hasta un aterrizaje bonito, filmado eludiendo un excesivo sentimentalismo (extraño en Steven), pulcro y sentido. Nada que objetar. Pero hasta ahí, los mejores gags los encontramos cuando Hanks vuelve a ser el protagonsta exclusivo de la cinta. Mención aparte para la cena en la "terraza" con vistas a la pista de aterrizaje; escena en la que participan muchos de los secundarios de los que hablaba y que sin enmbargo, componen aquí una secuencia que arranca la carcajada del espectador en varias ocasiones.


Lo que podía ser una gran comedia firmada por un par de genios, se ha quedado en un trabajo malogrado; pero ha quedado claro quien de todos los responsables no tiene la culpa. Hanks, de cinco estrellas.



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