Crítica de la película Yo soy leyenda por Romulo

Falla donde no me lo esperaba


3/5
20/12/2007

Crítica de Yo soy leyenda
por Romulo



Carátula de la película Soy leyenda es una película más que aceptable, mucho más que eso. Más que decente, es una película interesante que, tristemente, comete un par de errores justo ahí donde no debía cometerlos.

Para empezar, yendo directo a lo más llamativo: las criaturas, los zombies, los infectados, cantan. Pero mucho, cantan muchísimo. Crear seres íntegramente de manera digital da todavía muchísimo el cante. Y, para colmo, la elección de la recreación digital me parece estúpida cuando estamos hablando de zombies; coño, pon ahí a un puñado de actores bien maquillados, tuneados y maqueados y tira para adelante, que te irá mucho mejor. Además, ni que decir tiene que, por el propio perfil de la película, hubiera sido mil veces más interesante que no se les acabara de ver bien del todo, salvo quizá a esa infectada que Will Smith emplea como conejillo de indias. El asedio final hubiese sido muchísimo más efectivo con la incertidumbre de no saber cómo son del todo, cuántos son, por dónde vienen. Sin embargo, tal como nos lo muestran, es una simple traca final, puramente pirotécnica, sin alma.

Lo mejor de la película es que, salvo en esa traca final y en la más que tontísima escena en que Will Smith se lanza contra los zombies en su 4x4 (para luego ser burdamente salvado in extremis por un personaje ajeno a todo, no solo a la escena si no incluso a la propia película, hasta ahí; pecado imperdonable en una escena de suspense), como decía, salvo por estos momentos, Soy leyenda sabe huir del cliché de película palomitera y se da el lujazo y el gustazo de narrar todo con mucha calma, cargando las tintas en la soledad del superviviente, en su esfuerzo por no enloquecer, en su insistencia por buscar conversación aunque sea con maniquíes. En esa falsa vida normal.

Las mejores secuencias de la película están ahí, desde luego. Además, el director sabe salpicarlas con un par de momentos de tensión bien engarzados en la narración. La entrada en el banco abandonado está muy bien llevada, con ese habilísimo juego de luces en la oscuridad.

La más brillante de estas escenas es la que pone final a lo mejor de la película y la que precede a la citada escenita del 4x4, más la llegada de los dos nuevos personajes. Hablo del momento en que Smith mata a su propio perro, infectado. Es una escena bellísima, perfecta, resuelta con un único plano, sostenido sobre el rostro del actor. Ya digo, preciosa, emotiva. Es, de largo, el momento más brillante de la película y curiosamente marca el punto de inflexión con una paulatina debacle hacia un tramo mucho más típico, conocido y burdo. La escenita de acción con el coche, los personajes nuevos que salvan al protagonista de una muerte segura (repito, no puedes llevar a tu protagonista a una situación límite y salvarlo sacándote un personaje milagroso de la manga, ¡por favor!), el rollito de la fé contra la desesperación del científico derrotado (¿perdona?, ¿qué película estábamos viendo?), la tontería sentimentaloide del desenlace y ese epílogo que me la trae al pairo.

Me quedo con todo lo anterior, que es mucho. Y ojalá hubiera sido todo. Ese superviviente, al menos superviviente hasta cuando pudiese. Su lucha no sólo por sobrevivir, sino por no enloquecer, por intentar seguir siendo un ser humano normal y cuerdo, para así poder seguir siendo también ese científico que busca la cura en su sótano. Y entre prueba y prueba, el miedo.

Con todos sus errores, sigue siendo una película estimable. Un cuenco de palomitas que se engullen bien a gusto.




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