Crítica de la película Ágora por Romulo

Relato sin emoción


3/5
12/10/2009

Crítica de Ágora
por Romulo



Carátula de la película Como casi siempre ocurre con Amenábar, todo está muy bien técnicamente en Ágora. Esta vez el diseño de producción está a la altura, el dinero gastado luce bien, aunque Amenábar, quizá contagiado por la cuantía, se deja llevar y no para con sus grúas y con sus planos cenitales. Cansa, al final.

Por lo demás, no hay plano mal pensado, ni mal terminado. Un lujo técnico para el Cine español. Eso sí, Amenábar ya comete un primer fallo donde no solía: A Ágora se le va el ritmo pronto, es una película con un caminar algo difuso, algo arrítmico, algo perdido.

Pero lo peor no está ahí. El gran problema lo entendemos fácil acudiendo a un símil de la propia película: Hipatia (en verdad Hipatía de toda la vida, según me cuentan) es el sol, estático, muy estático, problemáticamente estático para la narración y su devenir emocional. Apenas sí se permite un par de escenas de emoción sincera, y son siempre relacionadas con sus pesquisas científicas. Alrededor de ella crecen varios personajes que son los que realmente dan avance, por lo emocional y lo coyuntural, a la narración. Pero igual que Hipatia se encuentra perdida con sus errantes, Amenábar no termina de dibujar verdaderos personajes.

Oscar Isaac no está precisamente bien dando vida a Orestes. Y su personaje, que podría parecer más interesante de partida, aparece de repente convertido al cristianismo y, sobre todo, debilitado en su carácter y debilitado como personaje determinante. Davo es un rostro pétreo con el que Amenábar se pasa: Todos entendemos el perfil del esclavo que encuentra respuesta a sus penurias en el cristianismo, pero es que de salida nos presentan a este esclavo como un hacha de la ciencia, como un joven aventajado que ha captado y entendido todas y cada una de las lecciones de la maestra Hipatia. Para cuando llegan sus dudas y arrepentimiento final han pasado ya muchos minutos. Aunque ese cierre, asfixiando a su maestra, sí es uno de los escasos momentos intensos de la película.

Y Sinesio, con un rostro más interesante, turbador, ladino... regresa tarde a pantalla, y como mero reflejo evidente, más que diáfano, de lo que Amenábar quiere dar a entender.

Claro que por el camino hay varias imágenes memorables: el plano cenital a cámara rápida en el que todos los seres humanos parecen literalmente hormigas correteando. O (de nuevo, ¡qué abuso!) el plano cenital de los círculos cónicos en el que vemos el círculo que, enseguida, se convierte en elipse.

Imágenes deslumbrantes. Pero planteo un reto: ¿recordamos en consonancia alguna escena memorable? He ahí el problema de Ágora...

Interesante pero fallida película de un director que lo puede hacer mejor.




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