Crítica de la película The Secret Society of Fine Arts por Iñaki Ortiz

Thriller experimental


4/5
02/04/2014

Crítica de The Secret Society of Fine Arts
por Iñaki Ortiz



Carátula de la película Dice Anders Rønnow Klarlund que deja el cine, que "el cine danés ha perdido su alma". Ya será menos. Klarlund es un cineasta inquieto, que busca experiencias diferentes, y sin ser un gran maestro, hasta lo consigue un poco. A veces juega con un contenido atrevido, como en su muy política How to Get Rid of Others, que ganó en la Semana de Terror 2007. Otras veces, juega con la forma, como en la bellísima Strings, inmersa en un mundo de marionetas de toques shakespiereanos al que saca un partido estético asombroso. Su última película, The Secret Society of Fine, que se puede ver en Filmin estos días, es un poco mezcla de ambas.

Parte de la propuesta formal de La Jetée (ojo, no el argumento, solo la propuesta), el corto de Chris Marker en el que se inspira 12 monos. Es decir, componer toda la película únicamente con fotografías, sin vídeo en movimiento. Klarlund lleva esta idea un poco más lejos, gracias a las nuevas técnicas de postproducción infográfica, y aplica algunos elementos de animación a las fotos. Exceptuando un par de flirteos con el vídeo con una grabación en móvil y otra grabación de muy pocos frames de la cámara de seguridad; el resto son todo fotografías. Aún así, consigue dotar a la película de ritmo y de cierta sensación cinética. Se ayuda de imágenes especialmente expresivas repletas de partículas, lo que al mismo tiempo que delatan la condición estática de la imagen, sugieren un siguiente movimiento, provocando un contraste que sorprende a los sentidos. También hace uso de efectos de humo, viento y otros elementos similares, siempre aplicados sobre la foto. En este sentido recuerda a algunas de las técnicas de animación asiáticas más atrevidas, en concreto pienso en The Amazing Lives of the Fast Food Grifters de Mamoru Oshii.

A nivel argumental, aunque la película quiere ser también muy extrema, relacionando el arte y el terrorismo, no deja de ser un punto de vista que ya hemos visto en otras películas, tan conocidas como Matrix o El club de la lucha. Cine que habla de los cimientos más rígidos y aparentemente inamovibles de nuestra sociedad, y de la validez de los medios para intentar derribarlo. También, en el caso de la segunda, de la locura del extremo. En cualquier caso, una película que es capaz de mantener la atención con el ritmo de un thriller, con unas limitaciones estéticas autoimpuestas muy importantes.

Una película que se desarrolla en mayor medida en tu mente que en la pantalla.



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