Crítica de la película Yo soy leyenda por Iñaki Ortiz

Un enfoque muy aceptable


3/5
27/12/2007

Crítica de Yo soy leyenda
por Iñaki Ortiz



Carátula de la película Para esta nueva adaptación de la novela de Richard Matheson, se ha buscado un tono completamente distinto a la versión protagonizada por Charlton Heston. Si aquella tenía su puntillo gamberro, aquí casi estamos hablando de un drama. Y es que el ritmo pausado y esos primeros planos de un Will Smith que sufre hasta la locura, nos alejan de la acción fácil y la diversión rápida para acercarnos a una historia mucho más personal.

Decía yo en la precrítica que el problema era la sobradamente demostrada capacidad interpretativa del actor, que podía eclipsar una historia más de género, pero no ha sido así, en gran parte porque el enfoque que se le da es, como digo, más cercano al drama, y al mundo interior del protagonista. En este sentido Will Smith hace un gran trabajo, consiguiendo, no sólo cargar de carisma a su personaje, como viene haciendo en todas sus películas, sino además ofrecernos una imagen seria, taciturna, melancólica. Cuando, después de la muerte de su perro habla con la maniquí, demuestra toda la desesperación y la tremenda soledad que le están azotando en ese momento.

Lo mejor de todo es que una película, a priori completamente supeditada al tío dollar, se permite un ritmo tan lento, una duración tan dilatada y una acentuación en los puntos menos comerciales. Además, se nos muestra un elegantísimo juego de luces y sombras. Un gran trabajo por el que aplaudo a su director Francis Lawrence y al encargado de la fotografía, Andrew Lesnie. Sorprende también la ausencia de música estridente en la mayor parte de su metraje, para contrastar con los contados momentos de acción. Me gustan también los flirteos con Bob Marley y la historia sobre él que representa los principios más poderosos del protagonista.

Que bien todo ¿verdad? Pero no. Coincido con Rómulo en dos pecados capitales: uno es querer darnos gato por liebre con unas insuficientes criaturas digitales, cuando no había ningún motivo, ya es puro vicio y puro marketing. El otro pecado es, por supuesto, el séptimo de caballería que llega en el momento adecuado (después de años de espera) para salvar al protagonista en el último momento. Inaceptable. Luego se quiere maquillar este despropósito con el habitual cuento del destino y de ¿Dios? Resulta tan poco creíble que tienen que buscar a una brasileña, para ver si así nos creemos más su misticismo. La película decae, comienzan las concesiones que se han reprimido antes y todo se va al traste.

Por otro lado, también me gustaría que se hubiera mostrado un poco más de su vida cotidiana, más en el aspecto práctico. Sólo vemos el ocio pero me gustaría saber de donde consigue tanta electricidad y como. El agua corriente, etc. Todo esto no lo vemos y me parece un elemento imprescindible para un film con esta temática. Veo las conservas, sí, pero quisiera ver como se prepara y se come un banquete de atún y berberechos. Aún así, me parecen tremendas sus visitas al videoclub.

Siento una sensación parecida con esta película y con Yo, Robot. Buenas ideas, tono, momentos... y una mano aplastando y exprimiendo para ganarse al público. Esa mano no puede ser otra, en ambos casos, que la de Akiva Goldsman. Seguiremos investigando.

Desde luego, he pasado un buen rato.



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