Crítica de la película Irrational man por Iñaki Ortiz

A la ética desde la intuición


4/5
23/09/2015

Crítica de Irrational man
por Iñaki Ortiz



Carátula de la película

Woody Allen está obsesionado con Crimen y Castigo. Ya la utilizó de forma clara en Delitos y faltas, y después volvió sobre la idea en Match Point. Ahora la recupera, en un acercamiento filosófico al crimen, con referencia explícita a la obra. A lo largo de su carrera, Allen sobrevuela una y otra vez los mismos temas, como si quisiera afinar sus posicionamientos.

Caricaturiza un personaje de intelectual atormentado, de filósofo que vive al límite. Con esa mezcla que tan bien maneja él de fascinación y parodia. Joaquin Phoenix es perfecto para ese papel de sexy pensador torturado. Sexy pero con barrigón, todo hay que decirlo. Llega a ser dibujado como un fraude intelectual, por boca de dos personajes, que solo ven valor en su capacidad de deslumbrar con su dialéctica. Allen señala así a un tipo de intelectual que puede resultarnos conocido, al tiempo que se puede interpretar como una crítica al exceso formal sin contenidos -aplicable al arte. Pero sobre todo, le sirve para llegar a su tesis central: la verdadera ética viene de la propia intuición, y no necesita, ni debe ser reemplazada, por la argumentación racional, que puede ser fabulosa y sorprendente y no encerrar nada dentro de sí. Detrás de su aparente desarrollo racional, el hombre irracional del título se mueve por impulsos mucho más primarios, y más relacionados con sus intereses interiores. Colateralmente, Allen plantea así que los límites del bien y del mal no son absolutos ni vienen del conocimiento, sino que están configurados sobre nuestros instintos. En esa mezcla de fascinación y parodia, Allen bromea y lleva al extremo la figura del filósofo, y la desacredita -”olvida a los filósofos franceses de posguerra” dice ella, dando a entender que no tienen validez en el mundo real- cuando al mismo tiempo está planteando una cuestión puramente filosófica. El propio profesor explica en una de sus clases que el mundo no es un universo teórico.

Detrás de todo este planteamiento reflexivo, Allen no olvida sus gestos de cómico, y aunque no es una comedia, está cubierta por su acidez y por fina ironía. Por otra parte, el director maniene ese estilo clásico, con mucho poso estético que parece habérsele quedado de su etapa europea, y especialmente marcado desde que trabaja con Darius Khondji en la fotografía. Elegante, reposado, sólido. Le quedan algunos rasgos de anteriores etapas, como cuando los personajes hablan desde fuera de plano, o aparecen más tarde.

Como en Match Point, vuelve a utilizar como recurso un objeto, para, también reforzar la idea del azar que ya ha comentado antes. Como en su anterior película, Magia a la luz de la luna, parte de una pequeña idea, un concepto, y articula una historia alrededor, con su capacidad de conseguir mantenernos interesados, escuchando a los personajes. Que siga así por mucho tiempo.



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Irrational man en festivales: Festival de Cannes 2015 , Festival de San Sebastián 2015




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