Crítica de la película Dying Breed por Beiger

Eden Lake, Manhunt y Dying Breed son tres películas que hemos podido ver en la Semana de terror de éste año y que se parecen preocupantemente entre ellas. También guardan similitudes con Hush, pero ésta se salva de la quema al no seguir el esquema al dedillo. Las otras tres tienen exactamente los mismos elementos: pareja con problemas, zona rural aislada, lugareños sádicos... En cada una se utilizan diferentes variantes de la trama, pero al final es todo lo mismo. De estas tres películas, quizá Eden Lake pueda salvarse de la quema. Su final es algo diferente a lo que estamos acostumbrados y aunque sea puede jugar con esa baza para mantener al espectador algo más interesado. Pero en el caso de Manhunt y Dying Breed el tedio del espectador es tan grande que ya no sabe ni qué hacer para entretenerse en su butaca.

Lo más dramático del tema es que a Dying Breed no le falta presupuesto ni medio alguno. Lo que le faltan son ideas. Por eso nos da igual cuál sea la motivación que lleva a los adolescentes a la montaña. Por eso suspiramos al ver al enésimo teenager hormonado hacer monerías. Por eso cuando aparece una niña que no se sabe de dónde ha salido (¿hasta dónde ha llegado la influencia del terror japonés?) decidimos apagar el cerebro y empezar a pensar en otra cosa.

Me sorprende que la industria siga financiando estos proyectos que van a piñon fijo. Imagino que si lo hacen es porque les valdrá la pena. Pero no por eso deja de sorprenderme....