Crítica de la película Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal por Iñaki Ortiz

Asumiendo que ya no es el mismo


5/5
23/05/2008

Crítica de Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal
por Iñaki Ortiz



Carátula de la película Después de doce años esperando una película, es muy difícil ser objetivo, valorarla en la justa medida, como una película independiente del resto del universo Jones. De hecho, ni la propia obra quiere esa independencia y llega a hacer referencias incluso a la serie de televisión de Las aventuras del joven Indiana Jones. Un universo cerrado como le gusta a George Lucas.

La gran pregunta ¿Está a la altura de las anteriores entregas? No tiene la emoción de El arca perdida, su guión no es ni mucho menos tan ingenioso como el de La última cruzada. Pero en cierto modo se queda en un punto intermedio de ambas. Con una atmósfera y una dirección de Steven Spielberg superior a la de La última cruzada; y unos momentos más divertidos en general que los de El arca perdida. En cualquier caso, la considero superior a El templo maldito y que sí, está a la altura de la saga.

Sobre todo, porque aparte de estas cercanías a las anteriores entregas, y de las continuas refrescantes autorreferencias, sabe también aportar su propio estilo a estas alturas de la saga. Un estilo más propio del cine actual, igual que El templo maldito encajaba a la perfección en el cine comercial de mediados de los 80. Spielberg sabe tomarse sus tiempos, sus escenas más ambientales que narrativas, elaborar un producto más oscuro y un argumento más complejo, a veces incluso demasiado para una película de estas características.

Además, la película resulta ser todo un homenaje a los 50. Tanto a sus iconos sociales (aquellos coches, el tupé, la música, los bares, etc.) como al propio cine de aventuras de la época, incluyendo los elementos más característicos de entonces. Si las anteriores entregas bebían directamente del cine de aventuras de los 30, aquí encontramos escenas con bombas nucleares, extraterrestres, la famosa área 51 (con ese guiño absolutamente delicioso al arca). Y, claro que sí, Spielberg no se priva de incluir a sus amados extraterrestres dentro de su entramada historia. Bravo. Hace años este era un rumor que venía pegando fuerte, me alegro que se haya atrevido aunque sé que a muchos no les gustará nada.

Spielberg ha decidido hacer una película diferente. Al contrario que con la tercera entrega que decidió volver a los orígenes. Rompe el modelo con esa escena introductoria, que hace cambiar los tiempos de toda la película.

Consigue dos villanos fabulosos, el ruso contundente tiene una fuerza visual tremenda, con una presentación y un final fabulosos, el personaje de Cate Blanchett derrocha carisma. Sin embargo, ese grupo de militares rusos no impone tanto como el ejército nazi. El traidor tampoco es un personaje demasiado interesante, por el contrario, John Hurt tiene un personaje interesantísimo. Shia Labeouf, el actor con el personaje de mayor responsabilidad, se revalida como uno de los actores más interesantes de su generación. Tiene suficiente carisma como para ser hijo y nieto de quien pretende ser.

Y hablemos, como no, del abuelete Harrison Ford. Está claro que los años han pasado y nadie quiere ocultarlo, de hecho es motivo de chanza dentro de la propia película. A pesar de eso, da un recital de lo que aún es capaz de hacer, en la escena inicial. Eso sí, su rostro no sólo está aviejado por las arrugas, también por una cierta inexpresividad, salvo excepciones como su mirada de ira por la estatua rota de Marcus. Se pierde bastante de esa vitalidad en el rostro de Indy. Es necesario que Shia le tome el relevo también en eso, no sólo en las escenas de acción.

Coincido con Rómulo en que la escena de tarzán de los monos está fuera de lugar. Y también coincido en que la banda sonora no es tan vistosa como en anteriores ocasiones. Es que hasta en eso busca ser diferente, quiere ser más moderna, menos protagonista, quizá como resultado de ese cambio de los 30 a los 50.

El espectáculo es grandioso. Queda lejos aquella afirmación de que no se iban a usar efectos generados por ordenador, aunque están muy bien empleados, claro, es Spielberg. Las escenas de la jungla son un disfrute. Vaya como ejemplo los disparos a través de la maleza y un Indiana lanzándose brutalmente al terminar esta separación entre los vehículos. Imaginativas escenas como la de las hormigas alrededor de la pelea, o pasar de la moto al coche y del coche a la moto. Y por qué no, un gran escape en frigorífico, a la altura de saltar desde un avión con una lancha. Hoy por hoy es difícil conseguir el más difícil todavía, pero ahí quedan estas escenas. Lástima que esta necesidad circense vaya en detrimento de cierta alma de suspense.

En definitiva, una excelente película, aún sin ver lo que queda, ya la catalogo como la gran película de acción y aventura del año ¿de la década? Y no puedo más que premiarla con la nota máxima, aunque Indy nunca volverá a ser aquel que se aferra al camión con voluntad de hierro. Nostalgias aparte, una gran película. Eso sí, habrá que volver a verla con más tranquilidad, menos presión y más perspectiva. Ya habrá tiempo para degustarla.



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