Crítica de la película Los nombres del amor por Olmo

Llegar a la cartelera de otro país con el aval de haber sido premiada por tus propios compatriotas siempre te hace sacar pecho. Más si son dos premios (mejor actriz y guión original) en los Cesar franceses. Generalemente este es el patrón de medida para traer cintas galas a nuestro territorio y el mismo que siguen los espectadores asiduos para disfrutar del buen material del país vecino. El plato para esta semana se llama Los nombres del amor o Le nom des gens, la opera prima de Michel Leclerc y la clásica comedia que pica un poco de aquí y otro poco de allá. En esta ocasión es el turno para aspectos como la raza, la religión, la multiculturalidad a grandes rasgos como escusa de apertura de ceremonia cinematográfica. Diversión y simpatía por descontado.

Cada país, cultura, religión, raza...estará representado por un personaje, una situación, un movimiento característico y juntos simplemente tienen que moverse, cambiar de sitio, mirarse, actuar, entenderse y lo demás es cuestión de tiempo. Quiero decir, Francia conoce mejor que nadie su día a día, por eso, los franceses la entenderán mejor que nosotros, seguramente no le sacaremos el cien por cien del jugo ya que hay roles y juegos culturales que mejor entienden ellos. Por eso, quizás podríamos pensar que está hecha para franceses, una tira cómica al uso que cualquier galo entiende a la primera o le es más familiar y cotidiana. Sin embargo, hay códigos que los consideremos normales o corrientes pero que para ellos son interesantes de hacer caricatura de ellos. Jugamos fuera de casa y podemos permitirnos analizar y conocer qué se cuece con más tranquilidad.

Más que el premio, el aval en cuestión se encuentra bajo mi punto de vista en las maneras de hacer cine y comedia sin hacer daño, en clave de humor negro, crítica social y universo de valores multiculturales. Hay que considerarla como lo que es, una del día a día, en compañía de las travesuras del tan siempre indisciplinado ser humano. Lleva consigo el aval del premio pero aún más importante es el otro, el de la actualidad. En ése es en el que debemos de fijarnos.