Crítica de la película Los Idus de Marzo por Hypnos

Me sucedió con esta película una cosa muy curiosa. En estos días en los que la calidad de las series de televisión está, quizá, en su nivel más alto de la historia y que las series son un caldo de cultivo especial e idóneo para poder desarollar historias de muchos matices en los personajes, películas como Los idus de marzo lo dejan a uno un poco frío, con esa sensación de haber visto un capítulo de una serie en pantalla grande o, por ejemplo, que viendo un capítulo de una serie se estaría ante mejor calidad que esta película.

La historia que nos cuenta huele y luce a pequeño. Realmente son los actores los que consiguen darle un cierto empaque a la propuesta con un Ryan Gosling que va creciendo poco a poco, como ya pudo demostrar en Drive, con un George Clooney con el piloto automático en el papel del candidato y con un duelo intenso e interesante entre Philip Seymour Hoffman y Paul Giamatti.

Pero lo dicho, el trajín que se trae esta historia puede encontrarse con mucho mejor lustre en la serie The good wife, que aprovecho para recomendar a todo el que me esté leyendo, o a capítulos ya míticos de El ala Oeste de la Casa Blanca.

No ayuda tampoco la dirección ciertamente fría, y que se podría enmascarar bajo ese adjetivo tan peligroso que es clásico, del propio Clooney, que no es capaz de calentar la historia, si bien atesora momentos bastante buenos como cuando Clooney echa de la campaña a Hoffman (el plano general desde fuera del coche) o el inicio del film. Pero insisto en que Clooney busca básicamente planos medios y primeros de su elenco que son los que, en definitiva, salvan la función.

Me quedo con una sensación parecida a la que tuve tras el visionado de Buenas noches y buena suerte, aunque en aquella se mostraba un Clooney con muchas mayores pretensiones. Aquí nos cuenta una historia de sobra conocida, con buenos intérpretes, pero sin darle el punch en la dirección que mostró en, por ejemplo, Confesiones de una mente peligrosa, su debut como director.

Eso sí, se echó de menos el whisky durante la proyección.