Crítica de la película La pequeña Venecia por Hypnos

La cartelera siempre guarda sus huecos para el cine más pequeño, menos comercial si se quiere, más de sentimientos, ese tipo de cine que bien podría quedar opaco ante el fulgor de los estrenos más luminosos y ante cuyo estreno hay que reaccionar, como mínimo, acudiendo a la sala a verlo.

Con esta serie de tópicos y no, hay que acercarse a La pequeña Venecia de la que su inexistente marketing traslada que es un poema sobre la soledad, una historia minimalista que puede convertirse en una agradable sorpresa o en material propio para una parodia de Los Simpson. De momento me sitúo en pensar que podemos estar ante esa sorpresa que esta película ha ido constituyendo por medio de un exitoso paso por el circuito festivalero con premios mayores como los recibidos en el Festival de Venecia, la Linterna Mágica, y otros menores como el Festival de Tetuán, el Festival de Londres o el Festival de Reykjavik.

Se trata de la primera película de ficción de Andrea Segre, ignoto en nuestro país pero que se ha granjeado una buena reputación como documentalista con Il sangue verde o Mare chiuso, rodada con posterioridad a esta película. Se trata de un hombre comprometido y muy interesado en todas aquellas historias en las que prima el elemento de la inmigración.

La propuesta de Segre se nos presenta como un funambulista que camina sobre los cadáveres de todos aquellos que le han precedido con historias de muy buenas intenciones pero con el error de creer que las buenas intenciones suplen, en todos los casos, otro tipo de carencias cinematográficas. Y yo soy de los que defiendo y considero que dicha aseveración o creencia es un error.

El peso de la película lo van a llevar Tao Zhao, protagonista de la cinta china Naturaleza muerta, otra de esas películas con crédito festivalero que se hacen difíciles de digerir incluso para los espectadores más esforzados (ése fue mi caso) y por el más conocido Rade Serbedzija que nos sonará de Eyes wide shut o de X-Men, primera generación.

Una perfecta ocasión para ir al cine a dejarse llevar por su verdadera esencia, todo lo que sea onirismo impostado o denuncia de pancarta tendrá mi desaprobación.