Phinneas y Ferb es una de las
series estrella de Disney Channel, así que tenía que llegar una
versión para cines. No nos engañemos: se trata de hacer un poco más
de dinero, con un capítulo largo y quizá una animación un poco más
trabajada. Algo como lo que hicieron Los Simpsons, una
película que nadie va a recordar como algo relevante dentro de la
vida de esa familia. De hecho, es posible que ni siquiera, en esta
ocasión, se recurra a un especial cuidado en la animación, pues una
de las señas de identidad de la serie es su trazo grueso y sus
personajes creados con unas cuantas líneas.
Y que nadie se lleve a engaño tampoco
con lo que es la serie: se trata de una serie hecha para los chaveles
y es lo que es. Ahora bien, eso no quita para que tenga una serie de
elementos muy bien conjugados. Por un lado, los genios protagonistas
con sus disparatadas y siempre épicas creaciones. El villano que es
una divertida parodia de un clásico evil genius. Una hermana, que
también es parodia, de la superficialidad y prejuicios mal
entendidos de cierto sector adolescente americano. Y sobre todo, ese
mapache mudo que es a sus vez un aguerrido agente secreto. En
definitiva, juega con todos los tópicos para ridiculizarlos, algo
que me parece muy sano para las nuevas generaciones, al contrario de
casi el resto de la programación Disney y su oda a la estética y al
consumismo. Decididamente es una serie que me hubiera gustado ver
siendo niño.
Si a esto le añadimos algunos
juguetonas metareferencias (muchas veces implícitas en los propios
personajes y a veces tan explícitas como "¡Mamá! Phineas y Ferb
han hecho los créditos!") tenemos una serie interesante, y en
muchos aspectos inteligente. Quizá le sobran los números musicales.
Una opción para llevar a los críos al
cine, pero si no quieres gastar el dinero de la entrada, ponle 3
capítulos seguidos de la serie que va a ser más o menos lo mismo.