Crítica de la película Sangre de mayo por Iñaki Ortiz

Carpetón


3/5
10/10/2008

Crítica de Sangre de mayo
por Iñaki Ortiz



Carátula de la película Cuando Jose Luis Garci estrenó Tiovivo c. 1950 nos asustó afirmando en la sinopsis que su película no tenía argumento. "Apenas es un aguafuerte o, mejor, un carpetón de aquellos retratos al minuto que hacían los pintores sin suerte (y algunos hasta sin arte) en las calles de Madrid c.1950." Aquella película era un interesante retrato de Madrid a través de varias historias cruzadas. En cierto modo, Sangre de Mayo tiene también mucho de eso.

El protagonista, bien interpretado por Quim Gutiérrez, atraviesa situaciones de lo más variopintas que sirven para pintar Madrid desde ángulos diferentes. En este sentido, no sólo parecen cohabitar distintas historias, sino distintas películas. Conspiraciones en la corte, los amantes y el avaro, la guerra... todo está en la película sin entrelazarse apenas, un episodio tras otro. Quizá este es el punto más débil del guión. Apenas se consigue que cada escena produzca un efecto sobre las siguientes y el final pierde intensidad. Además, esta segmentación lleva a que la película pueda resultar algo más dispersa y aburrida en algunos momentos.

Lo que sí destaca positivamente es el gran trabajo del reparto, con los habituales del director. Miguel Rellán deliciosamente cómico en su papel de tacaño, Carlos Larrañaga nos deja con ganas de más metraje para un grnadioso personaje confeccionado a su medida, Enrique Villén impecable como siempre. Aunque quizá, a quien mejor le sienta el personaje es a Manuel Galiana, con una actitud muy cercana a su rol en Luz de domingo.

Está claro que el personaje más importante es Madrid. Y en la primera parte de la película Garci lo demuestra, primero narrando con acierto él mismo con más cariño que nadie los pormenores de esta ciudad, y en segundo lugar, realizando los retratos al minuto sobre las gentes del teatro, las tabernas, el gentío. Creo que en este sentido es un error, no haber continuado por ahí y haberse centrado demasiado en subtramas que no son tan interesantes como el propio retrato.

Una emocionante aunque sencilla banda sonora y un buen trabajo de ambientación, aunque no llega al nivel de Alatriste, apoyan una película irregular pero interesante. Garci demuestra no moverse mal en las escenas más épicas aunque su empeño continúa centrándose en las pequeñas secuencias separadas por fundidos encadenados o a veces a nagro, y en los pequeños detalles como el del alfiler. Su cine sigue estando presente. Madrid puede estar contento.



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