Crítica de la película La vida secreta de las palabras por Iñaki Ortiz

Cine europeo


5/5
18/11/2005

Crítica de La vida secreta de las palabras
por Iñaki Ortiz



Carátula de la película Esto, claro está, no es cine español. Decidido. Producen los hermanos almodóvar, pero ellos no tiene por costumbre producir cine español, prefieren apuestas arriesgadas. Creo que ya sé lo que es: cine europeo. Sí, eso va a ser, yo pensaba que aquí no se hacía, que incluso era de mal gusto hacer algo así.

Dirección independiente, moderna, moderna desde hace más de tres décadas, pero sigue siendo moderna. Y no de esas tonterías de mover la cámara por mover, no, aquí se mueve como debe, reforzando el drama. Una fotografía muy cuidada. Una dirección artística maravillosa. En tierra, esas casas viejas, de fachada desgastada, ese hotel con una letra torcida (que viene de ese minidiálogo portentoso entre dos viejas sobre Van Damme Vs Diesel), la fábrica con los plásticos asépticos. En la plataforma, todo: esos pucheros, el suelo roñoso por el salitre sobre el que se bota un balón de baloncesto aburrido, la oca, los columpios sobre el charco, el desorden, los jerséis de lana, la barba poblada, la mesa barata en un salón demasiado grande, los colores grises del atlántico, las luces desde el mar, las olas golpeando. ¡todo eso está muy pero que muy bien!

La ambientación en la plataforma bien podría ser la de una buena película de ciencia-ficción americana, al estilo Cameron. Pero no, esto es un drama. Audaz.

Sólo con esto y algo entretenido ya podría valerme. Pero sigamos.

Tim Robbins no defrauda (ya lo sabíamos, es un gran actor). No llega a Bardem en papeles de cama, pero no defrauda. Nada mal. Pero es que lo de Sarah Polley es otra cosa, está inconmensurable, y su papel no es nada fácil, decir una cosa y pensar otra siempre es complicado, no decir nada lo es más aun. Javier Cámara vuelve a demostrar que los actores no saben doblar, resulta patético ver como intenta encajar las palabras en el movimiento de labios sin prestar ninguna atención a la actuación. La veremos en versión original.

Bien, ¿y qué más? Lo mejor (ahí es nada): el guión.

Ante todo recuerdo que esto es una postcrítica y que voy a desvelar sin pudor cuestiones importantes de la película.
Qué maravillosa historia la de una refugiada de la guerra de los Balcanes y un accidentado en una plataforma petrolífera. Pero lo mejor es que no sabemos de qué va la historia, porque no se quiere desvelar nada de ella. Nos encontramos casi en la posición del protagonista, aunque sabemos que es rubia claro. El interés ya está asegurado. ¿Por qué no quiere hacer aeróbic en la piscina? ¿Por qué no habla de su procedencia?

Pero no hay sorpresas, porque todo se va sugiriendo poco a poco. Primero detalle, luego sugerencia y por fin la información, nunca excesiva. Como es el caso de la idea de su hija muerta, ¡y descubrir que la narración en off es de la hija que murió hace años!, y que sigue en ella porque aun no ha sido capaz de superar aquellos hechos, quizá nunca lo haga, pero al final consigue dejarlo atrás. Maravillosa introducción con esa voz que evoca lugares y sentimientos.

Y esas conversaciones. Magnífica conversación con el oceanógrafo sobre el agua sucia bajo la tierra. A la vez que te muestra un poco más del personaje (y de ecología de paso), te está hablando de como los sentimientos enterrados pueden producir daños al ser "perforados". Desde ese momento si no antes, la plataforma y sus perforadoras se convierten en una expresión de la transformación que está sufriendo ese personaje. Al final la plataforma quedará cerrada porque la transformación se ha completado.

Bellísimo momento romántico con Javier Cámara y ella en los columpios. Canela fina. Constantes en el cine de Coixet: el tercer hombre que ama en secreto a la protagonista, el escuchar los sentimientos de otra persona hacia alguna otra y hacerlos propios (la grabadora).

Impagable cuando habla de su amiga muerta mientras vemos sus cicatrices y termina diciendo su nombre: Hanna.

Y tantas otras cosas que se me olvidan, o que no quiero completar aquí, o que aun no he descubierto.

Quizá me molesta levemente el sermoncete final sobre la guerra, pero no es demasiado excesivo y dado el punto de dramatismo al que se había llegado era justificado.

Reencuentro muy poco apastelado, que retoma la película y un final inmejorable. Una joya. Una joya.


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