Crítica de la película Take This Waltz por Iñaki Ortiz

Comer pollo o comer perdices


4/5
18/09/2011

Crítica de Take This Waltz
por Iñaki Ortiz



Carátula de la película No es Sarah Polley precisamente la primera que trata el tema. El tema. Una mujer, su pareja y el otro. Lo hemos visto ya en todas su variantes posibles y desde todos los puntos de vista. La cuestión es si aún se puede contar algo, contar su propia historia. Creo que, sin llegar a sorprender ni mucho menos, la directora lo consigue, hace suya la película. No es fácil.

Eso sí, le cuesta llegar a ello, el film camina al principio algo irregular, jugando con algún recurso demasiado fácil y cayendo en ciertos tópicos. Pero a medida que va entrando en harina y que la fase de cortejo y presentación va finalizando, se van sucediendo algunas escenas muy logradas. Quizá el primer punto de inflexión a través del cual la película crece es la escena del parque de atracciones. Aunque llega verdaderamente a su plenitud cuando ella toma la decisión definitiva. La conversación sesgada centrada sólo en el rostro y las palabras de él, la confesión de la ducha, la ventana entre ambos. Derroche emocional, detalles que te desarman y dos excelentes interpretaciones de Michelle Williams y Seth Rogen.

Sin artificios ni enredos tópicos, sin estúpidos malentendidos ni situaciones forzadas. Simplemente el problema, en crudo, sin adornos. Sin villanos ni héroes. Sin gritos.

Cuando la película parece haber alcanzado ya su objetivo nos da más, nos cuenta lo que pasa después del final de las malas comedias románticas, del y fueron felices y comieron perdices. De como la aventura es por definición efímera. Y nos lo cuenta virtuosamente con una secuencia de travellings circulares que dibujan con precisión esa relación de pareja. Vemos el fracaso de la protagonista pero no necesariamente se nos presenta como un error, eso es algo que deberá decidir el espectador. La búsqueda constante de un sueño, asumir cierto vacío... se plantea el problema, un problema del ser humano, sin un posicionamiento claro.

Lo que empieza como una comedia romántica al uso, con un enamoramiento idealizado, termina como un drama sobre el vacío humano, y como una disección de los procesos en las relaciones de pareja actuales. Un drama que, en momentos concretos, toca las teclas adecuadas para remover algo dentro de nosotros. No es fácil.



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