Crítica de la película El capital por Olmo

La máxima de todo lo que nos rodea, la distribución de la riqueza, se filma y se proyecta en un festival internacional como el de San Sebastián. Claro, no en formato documental. Claro, eso nos haría tocar aún más la tierra que pisamos y no queremos eso ¿verdad? Ya que se filma que se haga con cierta gracia, con una pizca de guasa, con rostro de ficción, aroma a alta alcurnia, no sea que algunos lleguen a alcanzar a más de uno que es sospechoso con algo más que la mirada. Esta es la apuesta de Constantin Costa-Gavras para el Zinemaldi y en una coyuntura inmejorable para ser proyectada. Esta es la película para aquellos que aún soportan, aquellos que aún asisten a las salas de cine aguantando el tirón. Si bien la ausencia del género documental abrirá espacio en este sentido. Es una manera de militar y ser activo.

Costa-Gavras es un activista pacifista de las causas no perdidas, de las peticiones a ras de suelo, con posibilidad de mejora. No es ajeno a su continente y trata de afrontar sus inquietudes filmando, que es una de las maneras más instantáneas de llegar a la sociedad. Aunque siempre con unos mínimos. No esperemos que se ensucie en el barro o que se meta dentro de un tanque. Algo más pequeñoburgués pero que tiene validez. Para quien apenas le suene este director tenemos que decir que es un consolidado en Francia y que los yankies le han tocado la puerta en alguna ocasión con La caja de música, Missing o Mad City.

Sin duda una cinta necesaria en estos tiempos, contemporánea donde las haya, valiente en su fondo aunque no creo que saque los dientes ni alce la voz pero no nos vamos a quejar a estas alturas. Un film capital sobre el capital y todos esos sobrados que lo gestionan. La asistencia a la misma es ya un síntoma de preocupación o interés. Será aplaudida y comentada, dará de que hablar. Al fin y al cabo, esta es también la labor del arte. Son tiempos de debate, de crítica, de soluciones y de ver la luz. Distribución y riqueza o el capital que es lo mismo.