Crítica de la película Una mujer en África por Iñaki Ortiz

Drama de cartón piedra


1/5
11/04/2011

Crítica de Una mujer en África
por Iñaki Ortiz



Carátula de la película Estamos todos habituados a ver en las noticias escenas terribles de matanza en algún país del continente africano. Poco a poco se van convirtiendo en fría estadística de número de muertos, aderezados, si acaso, con alguna imagen desagradable en segundo plano. Nos vamos insensibilizando ante las afirmaciones que bien pueden contar diez, como cien, como mil muertos, en lo que en general es un impacto no muy diferente en el telespectador, porque no hay nombres, ni historias, ni rastros de humanidad.

Afortunadamente para eso está el cine, para golpear con una ficción, lo que la pura realidad ya no es capaz. Dotar a esas víctimas de humanidad, incluso comprender a los verdugos también. Poder observar su forma de ser y de pensar, de sufrir. White Material tenía todas las papeletas para conseguirlo, el drama humano estaba ahí, ni siquiera demasiado escondido, y sin embargo resulta ser una nada absoluta. El personaje principal está dibujado en una absurda, exagerada y demasiado reiterada obstinación, pero al menos, dentro del tópico y la brocha gorda, demuestra algún rasgo, en gran parte gracias a la gran Isabelle Huppert. Sin embargo, el resto de personajes que aparecen en el film son absolutamente planos. Su personalidad no responde más que a la función que desempeñan: el militar, el rebelde, la farmacéutica, el político, el exmarido. Se mueven como maniquíes con el único objetivo de dar réplica, cuando toca, a los diálogos con la protagonista. El personaje de Christopher Lambert, parece existir únicamente para aparecer en los momentos convenidos para intercambiar unas cuantas líneas de diálogo. El colmo es para el hijo de ambos, que según el momento, le toca comportarse de una manera completamente diferente -siempre extrema.

Así que finalmente tenemos otro transcurrir de imágenes, como las de las noticias, con imágenes terribles, sí, niños armados, machetes, sangre, refugiados... pero sin aportar nada más que el más superficial de los reportajes, ni en humanidad ni tampoco en datos concretos -pues la película opta por la respetable opción de no dar el nombre del país ni ubicar la situación. Un guión vacío, lento y sin rumbo, dirigido con buena mano por Claire Denis, que consigue algunos planos muy sensoriales (el viento, el calor...), aunque en definitiva, pone el piloto automático del cine festivalero de principios de siglo, y una banda sonora barata y cargante.

No puedo dejar de recordar la reciente De dioses y hombres, de temática y desarrollo algo similar, que conseguía ahondar en sus personajes, resultando de lo más interesante. Queda muy lejos.



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