Crítica de la película La cueva de los sueños olvidados por Iñaki Ortiz

El alemán loco


4/5
03/07/2012

Crítica de La cueva de los sueños olvidados
por Iñaki Ortiz



Carátula de la película Werner Herzog es uno de los ejemplos más claros de lo difusa que puede ser la línea que separa el género documental de la ficción, si la obra es lo suficientemente ambiciosa. Sus documentales, unos cuantos ya, tienen una pasión especial que los aleja de la frialdad habitual del ensayo y una estética tan cuidada que no tienen que envidiar a la imagen real. Su cine de ficción, en muchas ocasiones está clavado a la realidad, al menos visualmente. Quizá no está tan lejos la ficción de Fitzcarraldo de la versión detrás de las cámaras que es, en parte, Mi enemigo íntimo. Rizando el rizo, en The Wild Blue Yonder toma imágenes documentales (suyas o de archivo) y a través de ella relata una nueva ficción.

Ahora se interesa por la cueva de Chauvet, en el sur de Francia, un lugar realmente inaccesible donde se han encontrado importantes pinturas rupestres. El interés de Herzog en este tema es variado. Para empezar está el puro valor científico, y aquí cabe destacar que su abuelo era arqueólogo. Sin duda, un relato interesante sobre sus descubridores recientes, sobre la relevancia del hallazgo y demás. Hasta aquí el núcleo de interés, aunque nada que se salga de lo común en un buen documental científico. Pero hay más.

Una pintura rupestre no es sólo un elemento de interés arqueológico, no debemos olvidar que, a pesar de su sencillez, no deja de ser una obra de arte. Herzog nos querrá transmitir este arte -tan difícil de visitar, por no decir imposible- desgranando su más íntima belleza y la idea estética que se escondía en la mano creadora. Para ello, además de su habitual capacidad audiovisual, ha decidido rodarlo en 3D. Permitidme que mi primera reacción sea la de torcer el gesto, pero es que empiezo a estar bastante cansado de la sobredimensión (nunca mejor dicho) de esta técnica algo tramposa. En todo caso, quizá una obra puramente visual, un simple recreación, sea el mejor lugar donde aplicar el falso 3D. No olvidemos que su compatriota, Wim Wenders, conseguía darle un valor aceptable al formato en otro documental de exhibición artística: Pina.

Dejo para el final el aspecto más importante, al menos, aquello que creo que más ha seducido al director: el reto. La dificultad de rodar en esas cuevas inaccesibles, en las peores condiciones, ha tenido que ser una de las más importantes razones, si no la definitiva, que ha llevado a Herzog a enfrentarse a este proyecto. Seguramente, la propia dificultad será protagonista en la historia, o al menos visible indirectamente. O quizá algún día nos lo cuente en otro de sus extraños documentales.

Si tienes la suerte de que se haya estrenado en tu zona, es una buena oportunidad de ver algo diferente, interesante y atractivo, mientras te resguardas del calor veraniego en una cueva sumergida. Eso sí, sólo será apta para un espectador verdaderamente inquieto.



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