¡Qué bien arranca la película! Los primeros diez minutos son toda una declaración de principios de un trabajo que quiere realizarse con talento y ganas. La presentación de la pareja protagonista, la construcción de la casa, los créditos, la escena de la mudanza con ese padre que se da la vuelta y recuerda un cumpleaños, el niño cogiendo las llaves, el primer día en el colegio, el protagonista yendo en mitad de la noche a la habitación de su padre y él ofréciendole el hueco que ocupaban dos almohadas con travelling imposible de Boyle.
Es justo a partir de ese momento que la película entra en el mundo fantástico, la primera aparición de una Santa, y de la maleta. Y la película no es que desfallezca, sino que baja un peldaño para ofrecernos una historia al más puro estilo "realismo mágico". Es curioso que el "realismo mágico" tenga su mayor foco de exponencialidad en América Latina en novela, y que luego sean incapaces de coger es tradición para trasladarla al cine y sólo filmen retazos de realidad. Pero es que Danny Boyle es un autor de "realismo mágico", y esta película lo confirma de sobremanera. Ahora bien, esta virtus a veces se transforma en su defecto, porque en esas empantanadas aguas no puede decirse que se maneje como pez en el agua. Porque a partir de la aparición de los santos el pulso de la dirección decae notablemente, no así el narrativo, que sigue manteniéndose.
Pero cuando uno se acerca ya a la hora de película se encuentra con que la película l ha dado todo lo que le tenía que dar. Que el detalle del mormón que mientras anda en bici tararea el "main theme", se convierte en esa machacona banda sonora que no saca partido a nadie. Uno se encuentra un poco desorientado con esa película en un mes de abril. Y la aparición de los santos no es tan brillante como la primera, a excepción de la de San Pedro y su brillantísimo discurso. Da la sensación de que Danny Boyle se ha ido. Sólo encuentra el tono en las escenas más alegóricas, pero en las que intenta transmitir tensión falla.
En el momento en que la película se relaja hacen acto de aparición las subtramas más aburridas y trilladas del guión: la novia del padre y el modo en que pueden aprovecharse de ese dinero. Y ahí sí que Boyle bosteza y nos transmite todo su tedio. La película afronta su recta final con un anticlimax, que, para rematarlo, se corona con la escena de la madre del protagonista. Una escena terrible que provoca ya el hastío hacia la película.
No sé, hay una mala resolución de guión en el ambiente. Quizá ese guión deba caminar hacia un final trágico, pero nada en el ambiente lo presagiaba. Danny Boyle nos ha vuelto a brindar una película en la que demuestra que talento tiene, y de sobra, pero que no es suficiente como para eclipsar un mediocre guión. Producto muy irregular.