Crítica de la película El gran Gatsby por Obi-Wan

Estamos ante la quinta vez que se lleva la novela homónima de F. Scott Fitzgerald al mundo del cine. Pero el público en general sin duda recordamos la versión de Jay Clayton del 74, con un impecable y misterioso Robert Reford y una dulce y frágil Mia Farrow. Personalmente rememoro esa película, pese a las fiestas, con una esencia calmada, con momentos casi místicos en aquella versión, de tonos blancos y silencios velados. Esa tendencia no se me puede antojar más contraria a la que se le puede dar a la versión que nos ocupa, ya  que si el nombre de Baz Luhrmann aparece, el exceso y el colorido se desbocan.
 
Escrita y dirigida por  Luhrmann, este Gatsby tendrá ese punto de opulencia y cierto desenfreno del que gozaban anteriores títulos suyos  como  Romeo y Julieta o Moulin Rouge. No quiero imaginar cómo pueden resultar las fiestas de Gatsby en aquellos años veinte, con un despilfarro de glamour y teatralidad abrumadores. Esto será un hecho, así que a nadie debe pillarle por sorpresa esa aparatosidad de la que la cinta viene precedida.

Para interpretar a Gatsby tenemos al antiguo Romeo, Leonardo DiCaprio, que vuelve a coincidir con Luhrmann tras muchos años. No puedo dejar escapar la oportunidad para destacar como DiCaprio ha escapado de su cartel de ídolo de quinceañeras para pasar a ser uno de los actores más valorados. Que importante es elegir bien.  Sin embargo, si la película hubiera optado por otro enfoque, me atrevería a decir que tendría difícil tarea para hacernos olvidar a Reford, pero como no se le va a parecer en nada a la del 74, creo que las comparaciones no tendrán cabida.

Su ostentosidad no ha pasado desapercibida, y la cinta abrirá el Festival de Cannes este año. Vistosidad no le faltará, aunque me da miedo que un exceso de frivolidad la convierta en un producto demasiado vacío.