Crítica de la película Chicogrande por Olmo

Chico, qué grande. Un excelente film que a cada minuto que pasaba me daba la sensación de que estaba leyendo un viejo cómic de vaqueros, de esos que tu abuelo le regala a tu hermano mayor, lo lee y lo disfruta para que después pase por tus manos. Un olor a viejo amarillento. Todo eso en forma de largometraje. Y claro, muchos de vosotros os preguntareis a qué se debe tal admiración por mi parte. Pues bien, por partes.

Creo que la historia no es una historia común, no a las que estamos acostumbrados. Sobretodo cuando se trata de la eterna disputa histórica entre México y los Estados Unidos. Se respira austeridad, a historia poco contada, a guerra de guerrillas, a rancho, a caballo agotado, se siente la sed, se nota el frío de la noche, te duelen los látigos, se siente la presencia gringa. En este sentido, valoro especialmente la sencillez de exposición histórica. No esconde y tampoco matiza demasiado. No tira de discursos (no hasta el final), es muy práctica. La cinta te atrapa desde el minuto cero con esa presentación a modo de vieja máquina de escribir y crea una atmósfera muy típicamente del oeste: viejo rancho, población, fuerte militar y la montaña. Esa montaña que dibuja la fotografía del film.

Y como cómic viejo y amarillento que parece, pues tiene sus personajes. Unos más amables, otros más villanos, el chico que aprende del grande, el herido, la familia, el ejército, el médico. Toda una serie de retratos de la época, con discursos tan profundamente americanos como el que escribe Tim el doctor a sus abuelos, las miradas perdidas de Chicogrande, la valentía que se pierde por la boca del chico pequeño...Los personajes van evolucionando, cada uno creyendo más en sí  mismo, otros perdiendo el mismísmo ego...

Sí puede haber un par de aspectos que considero que haya pecado el director. Lo subjetivo que me parece el enfoque y lo maniquea que acaba siendo. Bueno, al fin y al cabo es su objetivo. Sin tirar mucho de épica y a través de personajes cotidianos, Chicogrande se encarga de contarnos un trozito de historia de la eterna lucha entre héroes y villanos, norteamericanos y mejicanos, entre el gringo y el guerrillero que da su vida por vivir honradamente. Arena, sudor y caballos, lo que yo decía pero sin Villa.