Crítica de la película Dejame entrar por Iñaki Ortiz

El mal no siempre tiene colmillos


4/5
04/11/2008

Crítica de Dejame entrar
por Iñaki Ortiz



Carátula de la película Déjame entrar aborda los males que más preocupan a la sociedad sueca y que en general son aplicables a la sociedad del primer mundo en general. La película nos cuenta la historia de una niña vampira, que funciona como una personificación de todos los males, un ser que vive en la mente de un niño con mucha imaginación que sirve para remarcar diferentes tipos de violencia. Los asesinatos de un psicópata, la violencia de género, el bullying, la venganza. Como un pequeño demonio caricatura de la conciencia, la vampira le sugiere al niño que devuelva el golpe. El epílogo, en el tren, nos deja claro que el chaval llevará el mal consigo para siempre.

El cine sueco ya nos había ofrecido líneas de reflexión en este sentido, en películas como Antes de la tormenta, donde también se buscaba un paralelismo entre el acoso escolar, concretamente la respuesta a él, y la violencia adulta. Sin que aquella tuviera una vertiente fantástica, se movía en los mismos registros.

Todas estas interesantes reflexiones sociales no deslucen una historia de género que sabe desarrollarse con calma pero con energía. Una muy cuidada factura con una dirección artística un tanto artificiosa, ayuda a crear una atmósfera intensa. Los momentos de impacto se multiplican dentro de una historia más cercana al drama que al terror. El fuego, la piscina, la sangre.

Con elegancia, sabe distribuir impactos entre sutilezas. Sabe trabajar los personajes, y sobre todo, sabe contarnos una historia pequeña que engloba dentro de sí la historia de una sociedad entera.



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