Crítica de la película Luces Rojas por Iñaki Ortiz

El truco del escepticismo


4/5
09/03/2012

Crítica de Luces Rojas
por Iñaki Ortiz



Carátula de la película Rodrigo Cortés se apoya en un recurso muy agradecido, aunque también ya algo usado: el escepticismo. Una de las mejores maneras de acercarse a las historias de sucesos paranormales, quizá ya el único modo de conseguir cierta complicidad del público. Como en la excelente El último exorcismo, aquí se parte de unos protagonistas absolutamente escépticos, que no sólo son incrédulos, sino que pretenden desmontar todo el engaño. En cierto modo, estos personajes liberan al espectador de su escepticismo crítico haciendo ellos mismos ese trabajo. Obviamente es un truco para que después el golpe sea mayor.

Y es que aquí todo es un truco. Es una película sobre trucos repleta de ellos, como lo era El truco final, con la que comparte también la importante presencia del show, aunque aquí sea más funcional, y el concepto de reto. Su fotografía es oscurísima hasta tal punto que en ocasiones es difícil distinguir la imágenes, pero ya nos lo avisan: es importante la oscuridad para ocultar el truco.

La baza del escepticismo, de la que hablaba, no sólo consigue una mayor predisposición por parte del espectador, también sirve para alcanzar un doble juego en el suspense. En las sucesivas escenas en las que Cillian Murphy - ese actor cada día más absorbente - escapa de fenómenos aparentemente paranormales, tenemos dos suspenses superpuestos. Por un lado, el artificio de la trama fantástica, que es la que aporta los habituales efectismos del género, lo inesperado, lo desconocido. Por otro lado, sospechamos que lo que ocurre realmente es perfectamente real, que el malvado mentalista tiene desplegados a sus secuaces para hacerle la vida imposible al protagonista, y que al parecer, no tiene miedo en colarse en las casas (la cuchara doblada en la taza) y posiblemente ha matado ya a dos personas. Se trata por lo tanto de una amenaza real (dentro de nuestro falsamente fortalecido escepticismo), no son simples fantasmas dando golpecitos inofensivos, sino de una persecución paranoica que puede no tener límites. Este doble ataque del guionista, desde el efectismo fantástico y desde la amenaza real, produce algunas secuencias de verdadera tensión.

Cortés tiene muy clara la película en su cabeza y sabe contarla muy bien. Apretando cuando debe, ocultando y mostrando, y avanzando poco a poco, apoyándose en una trama entretenida de pruebas científicas, retos intelectuales, y personajes equilibrados. El giro final, es atrevido, como no puede ser de otra manera, y la traca de flashbacks a lo El sexto sentido, ya cansa un poco, pero la resolución es satisfactoria y muy aceptable, al menos en el primer visionado. La verdad es que esperaba una vuelta de tuerca más brutal, pero creo que Cortés no ha querido pasarse de vueltas, y se ha mantenido dentro de lo medianamente razonable.

Por otro lado, a esa fotografía casi molesta a la vista, de lo oscura que es, añade también un ambiente onírico, de pesadilla, con repeticiones, imágenes inesperadas, grotescas a veces, extrañas, hipnóticas, "luces rojas" en definitiva. Una estética muy bien conseguida que añade valor al film. El contrapunto emocional a un guión cerebral. Se convierte así en una pesadilla racional.



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