Crítica de la película Los tres entierros de Melquiades Estrada por Hypnos

El viento del desierto corroe el rostro


3/5
01/03/2006

Crítica de Los tres entierros de Melquiades Estrada
por Hypnos



Carátula de la película El debut como director de Tommy Lee Jones no podía tener más espíritu festivalero. Tuve el inmenso placer, además, de ver la película en V.O.S., ya que considero que esta película vista doblada tiene que perder un 50 %.

La película está claro que tiene dos partes bien diferenciadas. La primera de ellas, hasta el secuestro del asesino de Melquiades, es muy convencional, rodada sin mucha fuerza e interés, en mi opinión, con un Guillermo Arriaga (el guionista) que se repite en sus temas, demasiado parecido a "21 gramos" y a "Amores perros". Arranca siendo una película de frontera, con personajes de frontera, desarraigados unos, excesivamente arraigados otros, con cruces de personajes en un pueblo pequeño, con una investigación policial sucia y tapada. Sin mucho interés más que la despampanante January Jones.

Pero cuando la película cambia de tercio y se inicia el episodio de "El viaje", el film cambia de tono, se eleva hasta convertirse en tono festivalero, en una especie de redención, de expiación de pecados, que sí que encuentra su sitio en ese territorio tan árido, donde la vida y la muerte cobran una especial significación, y donde lo difícil es, simplemente, vivir.

El texto de Arriaga se vuelve más críptico, más encerrado, más enfermizo, y se produce la bonita paradoja de la búsqueda de Tommy Lee Jones de un paraíso perdido o que nunca existió. Si Melquiades viajó a EEUU a buscar su paraíso, Tommy Lee Jones viaja a México a buscar otro, y no parará hasta que lo encuentre, en una actitud que se asemeja en exceso a la del personaje de Jack Nicholson en "El juramento" de Sean Penn.

Cuando la película parece que va a la deriva es cuando más interés me ha despertado, y cuando la actuación de Lee Jonnes y Pepper gana más enteros. ¡Qué gran escena la del viejo que les pide que le peguen un tiro!

En definitiva, una bonita lección, con muchos altibajos, eso sí, de cine social en el que no se hace sangre de los tópicos, ni del altavoz. Una roca tan árida y poco gastada como la alambrada, invisible y no, que separa México de EEUU.




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