Crítica de la película El lobo de Wall Street por Iñaki Ortiz

Emprendedores agresivos


4/5
18/01/2014

Crítica de El lobo de Wall Street
por Iñaki Ortiz



Carátula de la película El cine de Martin Scorsese está plagado de emprendedores agresivos. Gente con mucho talento y ambición que no suele tener demasiado en cuenta las consideraciones legales. Da igual si llevan pistola o un teléfono, son personajes muy similares. Esto hace que sea muy fácil reconocer elementos de otras películas muy características del director como son Uno de los nuestros y Casino. Cuando la película camina, en su recta final por estos terrenos conocidos, me interesa menos.

Lo que sí me interesa más es el exceso, la locura y la desvergüenza que demuestra el cineasta a sus 71 años. La película tiene momentos hilarantes. ¿Quién dijo que no se podía hacer una comedia de 3 horas? Uno termina agotado de reír a carcajadas tras cada despropósito. Leonardo DiCaprio está pasadísimo de vueltas, glorioso, hipercarismático y sin ninguna vergüenza. Pero es que hay más. Jonah Hill, que ya en su anterior trabajo en Juerga hasta el fin había estado brillantemente divertido, aquí se transforma en un ser patético al tiempo que crecido y tiene algunos de los momentos más divertidos. Espero que gane el Oscar. Aunque sin duda, el cielo lo toca un Matthew McConaughey que ha pasado de ser un actor cachitas a ser uno de los intérpretes más refrescantes del momento.

La película tiene un planteamiento claro: los personajes son vulgares estafadores. Lo deja cristalino en la comida de DiCaprio con McConaughey al principio y lo remarca cada vez que el protagonista nos empieza a contar las complejidades técnicas y se interrumpe: es lo de menos, lo importante es que no es legal, que es un truco. Por un lado, esto parece una parodia de su propio cine, tan didáctico como en Casino. Aquí lo quiere dejar claro: no es una cuestión compleja, no se trata de virtud técnica, es solo desvergüenza. Un timo. Ser capaz de robar a la cara, con una sonrisa. Pero también señala a las víctimas como parte del problema, con su avaricia, especialmente remarcada en la escena final.

Pero sobre todo, Scorsese convierte esta película en un viaje. Los personajes hasta arriba de todo tipo de sustancias terminan contagiando al espectador un estado de sobreexcitación. La película es pura cocaína. Una película que habla de excesos y que es en sí misma, el mayor exceso.

 



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