Crítica de la película Los chicos del coro por William Munny

El excelente trabajo que representa Los chicos del coro bien merecido tiene el seguimiento por parte de la crítica en general que alaba sus talentos. Ya desde un comienzo la sencillez y temple de la opertura nos lleva con la tranquilidad de una historia directa hacia el mundo de los tiempos antiguos de nuestra forma de entender el cine, como si de Fellini se tratara entra el personaje con un tono de poca importancia, como un hombre tranquilo y que no busca ningún sueño americano en especial. Nos gustaría entrar en el dramatismo de una institución pero la película no entra en estos derroteros. Maneja al malo dentro de lo más o menos lógico para no distraerse de las vicisitudes de un vigilante lleno de buenas intenciones en tiempos duros. Me gusta que los niños no destaquen por su enorme interpretación, que la relación no sea paternalista, que el coro resulte una muestra y no un heroismo de club de poetas muertos. Me gusta que las cosas y las personas tengan su sitio concreto, sin exagerar, sin dejarnos preferir a un niño u otro, sin aprovecharse de la predisposición del público hacia nada. Y al final, después de escenas que se entienden más tarde y no se explican y punto, después de la severa tradición de gestos y silencios de este tipo de cine que me gusta, un the end que se posa sin pretensiones deja ver una pantalla colereada de los coros definidos de una película agradable que se mece con el ritmo acompasado de la bondad del guión y la dirección. Un fuerte aplauso.


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