Crítica de la película Efectos secundarios por Iñaki Ortiz

Enajenación transitoria


1/5
16/04/2013

Crítica de Efectos secundarios
por Iñaki Ortiz



Carátula de la película No dejará de sorprenderme la irregularidad de la filmografía de Steven Soderberg. Puede ofrecernos una película tan afinada como Contagio, con un punto de vista diferente y una brillante relación entre forma y contenido; para poco tiempo después azotarnos con una sarta de tópicos que parecen salir de un director primerizo con una película de encargo.

Todos y cada uno de los clichés de los thrillers eróticos de los 90 están en esta película, sin pudor, y presentados como algo nuevo. Además de un planteamiento muy similar a Análisis final, encontramos todos los truquitos de siempre: la enajenación transitoria, el non bis in idem, la transferencia con el psicólogo, el crimen involuntario, la trampa, la contratrampa y un largo etcétera con el que nos vamos tropezando a cada minuto.

Y es extraño, porque tal y como empieza la película parece que vaya a tratar la delicada cuestión de la sobremedicación para casos de problemas mentales, el exceso de química. El tema, que podría dar para muchos matices, apenas evoluciona en la película y en lugar de eso parece que Soderberg nos sumerge en un homenaje al subgénero más deleznable de los 90. Se enreda en un argumento que peca al mismo tiempo de dos defectos que podrían parecer incompatibles: es rocambolesco y predecible. Parece haber llegado a la idea de thriller erótico casi por imposición de su propio desarrollo y decide confirmarlo como erótico en el último cuarto sin que venga demasiado a cuento.

Para colmo, estéticamente es un desastre, tanto que una vez más me pregunto si esto es buscado. Una fotografía muy pobre con unos planos evidentes que no se entienden en un cineasta de su experiencia. Los actores principales salvan el tipo por muy poco, quizá solo por comparación con los sonrojantes secundarios que van sorprendiéndonos con sus gestos disparatados. Una película que solo sirve como inventario de malos hábitos. Me temo que a Soderberg solo puede salvarle el diagnóstico de enajenación transitoria.



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