Crítica de la película La belle personne por Olmo

Hacía mucho tiempo que una película no conseguía que me enganchara tanto al hilo y no tanto al final. La belle personne ha conseguido ser una película de progresión, de ritmo, de ir cada vez a más hasta llegar al clímax. Desde un principio no voy a negar que me empezaba a oler un poco mal con el ambiente instituto, sin saber muy bien por qué camino iba a tirar. Confusión desde un inicio.

Sin embargo la máquina empieza a ponerse en funcionamiento cuando Louis Garrel y Léa Seydoux se miran por primera vez. Esos dos rostros de jóvenes a punto de explotar son un encuentro de almas llenas de pasión y juego inocente. Tanto Garrel como Seydoux disfrutan de un podium que deben a todo el resto de reparto. Desde el primo de la chica, pasando por Otto, hasta el compañero de clase de la escena de las tijeras. Todos estos juegan, dan juego y participan de la película sin ningún miedo a estropearla. Al igual que mi compañero Sherlock en su postcrítica creo que Honoré ha sido un gran dinamizador de grupo y ha hecho sentir importantes a todo el reparto de secundarios.

Su historia iba dando altibajos constantemente. No digo en cuanto a nivel, sino literalmente. Salvando el momento "teta" que no me ha convencido, casi todas las secuencias respondían a la evolución del film, hacia adelante, a veces más rápido que otras. Garrel me ha convencido más que en otras, más oportuno quizás. Además ha sido un director de orquesta en toda regla. Desconfiado, atento, rabioso, celoso, explorador. Y unos estados de ánimo en la protagonista muy bien llevados, desde su marcha de clase olvidándose una foto (qué juego) hasta cuando deja perder el tranvía. Muchos detalles, muy sinceros todos, con un porqué. Todo perfectamente ordenado, paso a paso, sin correr.

Una adaptación de corte real perfectamente llevada a la gran pantalla. No ha habido ni bostezo ni indiferencia. Muy recomendable pero muy singular.