Crítica de la película Old Boy por Iñaki Ortiz

Entre el homenaje y la adaptación


3/5
28/01/2014

Crítica de Old Boy
por Iñaki Ortiz



Carátula de la película Me gustaría hacer una crítica limpia, sin mencionar el original coreano ni hacer ningún tipo de comparación, pero Spike Lee me lo ha puesto difícil. Él parece tenerlo tan presente que es imposible que el espectador lo olvide. Hay elementos orientales, como claro homenaje -ya sea a la película de Park Chan Wook o al manga- y tanto la actitud de los personajes como, obviamente, las peleas, tienen un marcado tono oriental. Más que una adaptación americana, ha hecho una película oriental en América. Vemos un combate de artes marciales contra un equipo de fútbol americano. Y esto tiene su parte buena y su parte mala. Por un lado, se queda un poco a medias de ambos mundos y resulta algo forzada; no termina de encajar. Pero por otra parte, consigue una mezcla sugerente, con la textura del noir independiente americano al servicio de un estilo visiblemente oriental. Es, cuando menos, original. Diferente.

Parece que el modo de abordar el remake ha sido mantener los principales elementos de la original, pero aportando un cierto toque personal. El guión es bastante similar y algo más ligero: dura quince minutos menos a pesar de tener algunos añadidos en la trama. Curiosamente, esa ligereza le hace ser más flojo, pierde gas, no tiene demasiado fuelle. En parte porque ya nos sabemos la trama y, al contrario que la original, no está tan apoyada en el virtuisismo visual. También es una trama algo más humana, que busca redondear el drama - lo consigue solo en parte.

Algunos planos son calcados como el agujero en la puerta por donde asoma la cabeza o la pelambrera desquiciada; otros son "adaptados". Todos estamos esperando a ver la secuencia del pasillo, que no podía faltar, y Lee consigue darle la vuelta (literalmente). Comienza con punto de vista muy similar, pero amaga con terminarlo muy pronto, en su lugar, lo continúa, girando completamente el escenario para continuar hasta el final. Es cierto que el plano coreano era más plástico, más artístico, pero este es una virguería que no merece ser molestado con comparaciones. La secuencia del flashback final es otra joyita.

El estilismo funciona muy bien. La imagen de Josh Brolin rapado y con gafas de sol resulta icónica. Samuel L. Jackson suma para su colección otro personaje estrambótico, con una presencia descomunal. Esta es una obra extraña, fallida en muchos aspectos, pero porque arriesga, no es para nada un remake funcional. Está entre el homenaje y la adaptación personal, un ejercicio que a Spike Lee no se le va a perdonar fácilmente.



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