Crítica de la película Rojo sangre por Hypnos

Esto no es "Kill Bill"...


3/5
28/04/2004

Crítica de Rojo sangre
por Hypnos



Carátula de la película ...afortunadamente.

Todos los que sigan con mayor o menor asiduidad mis aportaciones a este medio sabrán el gran aprecio que mostré hacia la última película de Tarantino. Pues bien, supongo de igual manera, que esa misma gente no entenderá la diferencia de nota entre aquella pseudopelícula y esta otra.
Trataré de explicarlo de la forma más breve posible.

La primera gran diferencia entre ambas es que mientras en Kill Bill me aburrí soberanamente, en "Rojo sangre", no.

En segundo lugar, ha supuesto para mí un gran descubrimiento el director de "Rojo sangre". Me parece que es un hombre al que hay que seguirle la pista, me gustó mucho su concepción visual. Y esto me agrada en este tan decadente panorama del cine español. A Tarantino ya le conocía.

Y en tercer lugar, una poderosa razón meramente psicológica: a un primerizo le permito rodar "Rojo sangre"; a Tarantino le exijo que me dé algo, cuanto menos, nuevo, y no una sangría de frutas podridas.

Centrándonos en la película. El guión es por momentos muy malo, los diálogos son de risa la mayor parte del tiempo, la utilización de la banda sonora es grotesca, y los actores, en líneas generales, están correctos. Eso sí, no me quedo con Paul Naschy.

¿Qué es entonces lo que me lleva a ponerle este tres?

En estos tiempos en que parece ser que el cine español debe fijar su mirada y atención en la sociedad y actuar a modo de filtro crítico, parece ser que a la intelectualidad relacionada con el séptimo arte, o, al menos, la mayor parte de ella, se le está pasando por alto la carcoma rosa que poco a poco se ha ido adueñando de su propia profesión.
Está muy bien hablar de la mal denominada violencia de género, o del paro, o de "los trepas en el trabajo"; pero esas cuestiones atañen a al vasto imperio de la política; de lo que debe hablar el cine español si es que realmente quiere embarcarse de lleno en la cruzada social es de esos implantes de silicona que no saben actuar e inundan nuestras películas, de esos grandes actores, y no digamos actrices, que han quedado olvidados al cumplir una determinada edad, sólo rescatables por producciones a lo Torrente, de la futil política consistente en mirarnos el ombligo y utilizar los gallineros a lo "murillo" para decir qué grandes somos en el cine español.

Le doy un tres a esta película por ser valiente, y por reírse del cine español de encefalograma plano y cacerolada.


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