Crítica de la película La edad de la ignorancia por Beiger

Gamberrada


5/5
29/07/2009

Crítica de La edad de la ignorancia
por Beiger



Carátula de la película Cuando pienso en la valoración que merece esta película, no puedo evitar compararla con Las invasiones bárbaras. Las invasiones bárbaras es una película mucho mejor pero no me resisto a pensar en La edad de la ignorancia como una película cinco estrellas. ¿Por qué?

Estamos ante una disección brillante de la sociedad canadiense, y por extensión de la sociedad de cualquier país desarrollado. Cada una de las escenas presenta algún tipo de crítica, velada o no, sobre algún aspecto de la sociedad en que vivimos. Para mí Dennys Arcand aquí tiene una doble cara. Por un lado, el izquierdoso cultureta que no hace más que quejarse del estado de bienestar: al parecer nunca hay suficiente estado del bienestar para ésta gente trasnochada y sesentaiochista (el mismo reflexiona sobre el fin de su movimiento tanto en La caída del imperio americano como Las invasiones bárbaras). Y, por otro lado, el intelectual de mente preclara al que la sociedad que le rodea le deja profundamente insatisfecho.

La crítica al estado del bienestar, como digo, me resulta totalmente pasada, máxime viniendo de una persona que reclama más y más dinero para hacer sus películas: ¿Por qué no damos el dinero que utiliza para hacer sus películas para que se hagan hospitales? Arcand se rebela aquí como una persona con todas las incoherencias propias de los socialistas de clase alta. Colocar a nuestro protagonista como un funcionario que tiene que denegar ayudas constantemente a los ciudadanos y mostrarnos la manera totalmente desnaturalizada y fría en la que muere la madre del protagonista ablanda el corazoncito de cualquier espectador... pero creo que hace trampas: la cosa está mal pero, ¿estaba antes mejor? ¿cuál es su propuesta para mejorar?

Además, la película comparte un punto de partida demasiado parecido al de American Beauty: la mujer que busca triunfar en el sector inmobiliario, el hombre profundamente insatisfecho que decide darle un vuelco a su vida... aunque, evidentemente, el desarrollo de ambas películas no tengan mucho que ver.

Dicho todo lo malo, sigue quedánme por explicar por qué la película es de cinco estrellas. La respuesta está, como no podía ser de otra manera, en la disección completa del personaje protagonista. Estamos ante una historia rica, amena, desdramatizada  y sin piedad, que coloca a un hombre con una crisis existencial recorriendo la sociedad en busca de respuestas al quienes somos, de dónde venimos y a dónde vamos.  Además, amortigua su frustración refugiándose en hilarantes fantasías, simples y eficaces, que representan perfectamente ese estado totalmente desnaturalizado del hombre en la sociedad moderna. Esta desnaturalización no veía tan bien analizada desde El club de la lucha, película con la que comparte muchos paralelismos: el aburrimiento, la incapacidad de aplacar sus instintos de cazador, la prisión que supone el alienante trabajo de ocho horas en una oficina... Los hombres de El club de la lucha decidían montar un sitio donde pelearse y sacar sus instintos más básicos. Nuestro protagonista, recorre la sociedad probando diferentes opciones como el Speed Dating, las convenciones medievales, sumergirse en un mundo imaginario, el aislamiento total,... sin apenas conseguir respuestas. Como casi siempre, tenemos más claro lo que no queremos que lo que queremos realmente. Gags como pensar en que a tu jefa se la lleven una tribu de negros a hacerle perrerías sexuales, el uso políticamente incorrecto de la palabra "negro" o la forma de ocultarse (como si de una distopía futurista se tratara) de las personas que vigilan que no se fume en lugares públicos, me producen un regocijo casi infantil.

Una película totalmente destructiva y llena de brochazos gordos para uno de esos días en los que a uno no le apetece ser ni equilibrado, ni ecuánime, ni nada. Una auténtica purga para toda la bilis que acumulamos durante nuestros quehaceres diarios.




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La edad de la ignorancia en festivales: Festival de Cannes 2007 , Festival de Toronto 2007




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