Crítica de la película Mongol por William Munny

Gran historia


5/5
02/12/2008

Crítica de Mongol
por William Munny



Carátula de la película Genghis Kahn, el propio nombre es lo suficientemente potente como para pensárselo dos veces a la hora de llevarlo a la gran pantalla. Sergei Bodrov se ha atrevido y sin rechistar, lanzándose con el petate a cuestas y sin complejos, con una independencia apabullante y un estilo lejano de la épica comercial, nos ofrece este gran documental fingido. Ahora más sabio en este tipo de superproducciones de tanto extra y grandeza después de Nomad, en la que se notaban muchas más deficiencias al parecer, puede que nos ofrezca algo grande con lo que competir en el recorrido de su éxito hacia Oscar a la mejor película de habla no inglesa por el país de Kazajstán.

Uno al final espera este tipo de films de acción necesaria pero presentación de personaje global sin ser un biopic, es decir, más cerca de la película perfecta con todos los ingredientes para esperar atento ante la pantalla. En esta ocasión, cual héroe muy desconocido, el leve y lento caer de escenas centradas en la figura real, la fotografía a favor de una película con tiempo para contar, y las escenas de enorme amplitud con ejércitos de por medio, prometen engrandecer si cabe un film que enamora sólo con pensar en él. Sin la necesidad de abrirte los ojos a base de capacidades técnicas aunque también las tenga, es apta para los amantes de la reflexión y presentación de personajes legendarios como para los amantes de las luchas sin más.

El japonés Tabadonu Asano (Zatoichi o Survive Style 5+ ) es el máximo responsable del protagonismo y al parecer con una capacidad dignísima, como viene demostrando en su dilatada filmografía sobro todo en aquellos lares. Puede que este actor consiga uno de los principales objetivos de la película, humanizar el gran guerrero que todos tenemos en la punta del cerebro, mil veces dibujado como una bestia asiática, y que gracias a esta película podremos dibujar de manera más acertada y concreta.

Al final, a la hora de pensar en esta película para darle un golpe tan rotundo de confianza, me siento a observar todos sus condicionantes y alegrías, ese toque esplendoroso que se le acaban de dar a la producciones de aquellos lugares sin necesidades comerciales que ahogan, ese tono espiritual y generoso con un ser humano a la vista de todos sin dejar de ser espectacular pero sí realista, menos mito y más honor, al fin y al cabo. Porque si Braveheart hubiera sido más pausada, sería al menos no peor película, sino más decorosa con un personaje que no sólo fue un ídolo a seguir, sino un mar de dudas con espada poco temblorosa. Quiero ver ese temblor.

PD: Se rumorea muy fuerte que al final flojea, y qué más da, ya veremos.




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