Crítica de la película La piel que habito por Iñaki Ortiz

Homenaje al cine de terror


5/5
02/09/2011

Crítica de La piel que habito
por Iñaki Ortiz



Carátula de la película Cada vez es más patente que el verdadero tema de Pedro Almodóvar es el propio cine. Siempre ha tonteado con ello, incluso haciendo homenajes a nivel global (Todo sobre mi madre a Eva el desnudo), pero cada vez es más claro. En el caso de La mala educación, había rodajes dentro de la película, con un entramado de espejos que terminaba reflejando al propio director, pero no sólo eso, también había referencias formales (en la imitación musical de Alberto Iglesias a Bernard Herrmann) y en icónicas referencias al cine negro más expresionista como aquellos cabezones puestos en línea. Los abrazos rotos, es un ejemplo mucho menos explícito pero quizá más atrevido. No es una imitación a la vida, sino un mundo de película, con elementos claramente artificiosos que nos remiten a viejas películas de género. Recordemos la importancia que tenía cierto rollo de película. Se puede decir que el director manchego ha dejado de mirar en su entorno, a las calles marginadas, y se ha dedicado a ahondar más en el propio cine, en sus mecanismos, y sobre todo en los géneros más oscuros.

Todo parece indicar que es lo que va a suceder de nuevo en esta película. En esta ocasión, el género es el terror, pero eso no quiere decir que esta sea una película de terror. Es el género en el que se sumergirá, su modelo de cine a estudiar con este nuevo trabajo. Toma como base Mygale del negrísimo novelista francés Thierry Jounquet, aunque probablemente la amoldará a su gusto para trabajar con homenajes e inspiraciones cinéfilas al cine europeo de terror (especialmente francés) que puede ir desde el mudo hasta la nouvelle vague. No hay más que ver el cartel para reconocer una referencia clarísima a Los ojos sin rostro. Seguramente habrá también mucho peso de viejas adaptaciones de novelas de horror del XIX (la presencia de Frankestein es visible en el argumento). Una vez más ha puesto a trabajar a su fiel colaborador Alberto Iglesias para conseguir unas piezas que con el habitual fondo dramático del director, juegan al terror clásico.

Una película para el disfrute de cinéfilos, que además supone el reencuentro con Antonio Banderas. A su lado, Elena Anaya, que gracias a la influencia de Almodóvar es todo mirada. Además de una veterana del director como es Marisa Paredes o el genial Eduard Fernández. Un gustazo, vaya.



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