Oh Boy es muy cool, con esas Ray
Ban de un protagonista distraído, con ese blanco y negro que
recuerda a las viejas películas de Godard. Ese jazz elegante, propio
del cine de Woody Allen, de quien también podría robar su tono
tragicómico tan equilibrado. Confronta esto con el humor
sorprendente de los Coen, con secundarios extraños y situaciones
kafkianas; aunque, si apuramos un poco más, quizá encontremos más
bien el humor grueso de Ben Stiller, con sus personajes tímidos en
situaciones embarazosas.
Oh Boy es una película en la que el humor te ataca por la espalda y desaparece sin que te dé tiempo a girarte. Puede tomar una iniciativa cercana a la reciente Oslo, 31 de Agosto, en cuanto a su interés por la postadolescencia a la deriva y en su retrato poliédrico del protagonista a través de los espejos que son el resto de personajes. Sin embargo, pronto toma otro tono, complementario a aquella si se quiere, convirtiendo el drama en comedia y a veces, ofreciendo ambas a elección de la sensibilidad del espectador.
Oh Boy es una película ligera, corta y de fácil digestión, que sin embargo se permite hablar de la búsqueda interior, del arte dramático, de la soledad, de la marginación infantil y hasta del triunfo del nazismo. Toda esta mezcla de estilos, géneros, temas, permite relativizar y comparar las grandes tragedias con la más trivial, aunque no menos importante, pequeña tragedia del protagonista. Y con toda esta mezcla de referentes, lejos de resultar manida, consigue una gran personalidad propia.
Habrá que estar atentos a los siguientes trabajos de Jan Ole Gerser.