Crítica de la película El arte de pasar de todo por Olmo

Jugando a ser mayor


3/5
01/10/2011

Crítica de El arte de pasar de todo
por Olmo



Carátula de la película Pretenciosa pero ¿quién no lo es? Bajo una estética y aspecto más maduro que las pelis para adolescentes y esclava de  lo indie, El arte de pasar de todo ha nadado entre aguas ya conocidas, más bien tranquilas y navegables. Y aunque se esfuerza por sacar todo el espíritu y potencial que lleva dentro, estoy muy seguro de ello, no llega a despegar del todo a pesar de que por momentos llega a arrancar un poquito. Sin embargo, mantengo mi postura de recomendar esta cinta a todo adolescente que no se quiera ir de liana en liana hollywoodiense y le apetezca disfrutar de hora y media de cine sosegado, tranquilo, dinámico, agradable, más reflexivo pero facilón a la vez. Considero esta cinta como una alternativa a otras películas sobre adolescentes  con fiesta universitaria, cerveza y baile de graduación en el menú porque esta va mucho más allá. Aquí se habla sobre la vida en general, el amor y otros grandes "problemas" que el mundo occidental pretende vender.  Vamos, que juega a ser mayor desde la reflexión. Y en ese aspecto, tampoco lo hace demasiado aunque es suficiente.

Si bien no es nada nuevo, su espíritu de querer ser una cinta de mayor altura (tanto el film como su protagonista) hace que no pasemos del todo de ella y que nos sintamos en un ambiente cómodo y tan tópico que resulta una bonita velada romántica. Porque, aunque pueda parecer otra cosa, esta es una peli romántica, se mire por donde se mire. La vida es romántica, haya o no historia de amor en ella. Esas aguas de las que hacía mención al comienzo de mi postcrítica son las siguientes: aguas de lo transitorio y de lo perpetuo. Ahí está la película.

Por momentos, su director al que apruebo con tres estrellas bajas, se atasca pero a la vez consigue un cuerpo para la película, terminando como un todo, algo global. Fácil, masticable, tópica, necesaria, para todos los públicos y preferiblemente sin refresco ni palomitas. Mejor para verla abrazado, incluso a uno mismo.




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