Crítica de la película Anomalisa por Iñaki Ortiz

Kaufman cambia de voz


5/5
21/09/2015

Crítica de Anomalisa
por Iñaki Ortiz



Carátula de la película Anomalisa no tiene un guión enrevesado, ni su trama es demasiado original. Muchos fans de Charlie Kaufman pueden quedar defraudados. Es una pequeña historia de una aventura extramatrimonial en un viaje de negocios. Nada más habitual. Le pasó hasta a Homer Simpson. Y sin embargo, Anomalisa es distinta, es otra cosa, y lo es por varias razones, todas ellas relacionadas con la forma.

La primera es obiva. Kaufman utiliza stop motion para contar una historia adulta y poco colorida, una elección extraña. Además, los muñecos de Anomalisa no ocultan su condición. Las caras están mal acabadas, recordándonos continuamente que no son actores de verdad. Ese es su primer acierto. Nuestro cerebro inmediatamente deja de intentar determinar cómo de realistas son, porque es obvio que son muñecos, por lo que nos permite captar el verdadero realismo de la animación. Y es brillante. Movimientos, expresiones faciales, gestos casuales. Todo está cuidado con hiperrealismo. La escena de sexo es más realista que cualquiera que hayamos visto en imagen real. Con cada detalle incómodo, cada ropa que hay que quitar, cada instrucción necesaria entre dos desconocidos.

La otra cuestión clave es la voz, y el uso particular que se le da para hacernos entender las emociones del personaje. La primera aparición de Lisa se convierte así en un golpe maestro, todo se entiende y es redondo. El segundo giro de voz, por llamarlo así, nos regala otra idea, esta vez deprimente, pero igualmente ingeniosa. Kaufman usa la forma para contar una historia que ya conocemos de otra manera. Coger una situación típica, algo que cualquiera ha podido sentir en algún momento de su vida, y en lugar de simplemente respresentarlo, lo expresa, lo codifica para el espectador. En definitiva, ha hecho cine.

Como decía, no es el esquema habitual de los guiones de Kaufman, pero sí tiene muchos de sus elementos. Como por ejemplo, la secuencia en el despacho imposible del gerente, que recuerda al edificio de Cómo ser John Malkovich. O los puntos de humor inesperados.

Está rodada con maestría, con los códigos de la imagen real, como hacía Satoshi Kon es su cine. Planos elegantes, escenas con calma, silencios y mucho diálogo. Aunque, al mismo tiempo, la animación le permite su licencia poética con la voz, y el elemento físico de la cara de madera. Puede resultar decepcionante para quien espera ver un Kaufman al uso. Para mí, lo decepcionante sería que Kaufman nos ofreciera lo que esperamos de él. Es una película para reposar y degustar.



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