Crítica de la película Quemar después de leer por Keichi

La gamberrada de los Coen


4/5
28/09/2008

Crítica de Quemar después de leer
por Keichi



Carátula de la película Ya lo advertía en mi precrítica. A Joel y Ethan Coen les tocaba divertirse. Después de la sobresaliente No es país para viejos era de esperar que los prolíficos hermanos regresaran al mundo de la comedia, un género que nos ha brindado películas como El gran Lebowski o Crueldad intolerable. Rodeados de estrellas y con un guión inteligente entre manos, la cosa no podía salir mal. Efectivamente, Quemar después de leer cumple todas y cada una de las expectativas.

Merece la pena detenerse a explicar cómo el guión construye un lío tremendo de la manera más absurda. Osbourne Cox es un analista de la CIA, un empleado de poca monta que tras ser despedido decide escribir una intrascendente biografía. Su mujer, que pretende abandonarlo por otro, olvida en el gimnasio un disco con un boceto del libro que es recogido por Linda y Chad, dos de los empleados. Creyendo que tienen entre manos un alto secreto de estado, planean chantajear al agente, con desastrosos resultados para todos. De esta idea se sacan algunos gags buenísimos, como las conversaciones telefónicas o la visita a la embajada rusa. Pero más que de las situaciones, las carcajadas provienen de los sujetos que las protagonizan.  

Como en toda comedia coral que se precie, los grandes protagonistas son los actores. Más que hablar de sujetos excéntricos característicos del universo Coen, los personajes son auténticas caricaturas. Casi todos son unos perdedores adorables: Tenemos a la estirada, la lerda, el amanerado, el ligón empedernido y el irascible. Pero estos estereotipos no funcionarían sin unas interpretaciones a la altura y eso es precisamente lo que ofrecen los intérpretes del film. Todos están fantásticos. Se llevan la palma un Brad Pitt a lo Derek Zoolander que eclipsa la pantalla con cada una de sus apariciones. Le siguen muy de cerca John Malkovich y Frances McDormand. George Clooney se repite un poco y Tilda Swinton da muy poco juego, aunque su rostro le viene que ni pintado a la frialdad de su personaje.

Lo genial de asunto es que los personajes poco importan y solo sirven de excusa para que hagan el payaso durante toda la película. Ver como George Clooney le revienta la cabeza de un balazo a Brad Pitt cuando sale con una sonrisa de oreja a oreja del armario no tiene precio. Y lo mismo ocurre con el personaje de John Malkovich, aunque no nos enseñen como termina su vida. El desternillante dialogo con el J. K. Simmons que cierra la película viene a demostrar que todo ha sido una historia sin pies ni cabeza. Su objetivo es hacernos reír con un particular y desquiciado humor negro y lo cierto es que lo consigue con creces.

Los apartados técnicos del film quedan en segundo plano. El montaje de la película es sencillo pero efectista. Los Coen no se meten en camisas de once varas y resuelven de manera correcta escenas tan dispares como la de la persecución o las discusiones matrimoniales. Acertadamente, a medida que pasan los minutos dejan que sean los personajes y el diálogo quienes capten la atención del espectador y en consecuencia la película avance por si misma. Y todo ello sin renunciar a su sello de identidad. La verdad es que no es nada sencillo si se piensa que hablamos de cine de autor. El apartado musical del compositor Carter Burwell -un habitual de los directores- pasa sin pena ni gloria.

Quemar después de leer demuestra que el cine de los Coen goza de un estado de salud envidiable. Hay que acudir a verla sin prejuicios, entendida como un proyecto no menor pero si de otra liga. Una vez más, aquí la versión original es imprescindible para disfrutar de las actuaciones de los actores en todo su esplendor. Alejada de cualquier tipo de pretensión que no sea buscar la complicidad del espectador, la última película de esta pareja de genios no pretende ser es un film de espías ni una parodia dotada de fina ironía. Simplemente, una gamberrada en toda regla. Eso si, divertidísima.




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Quemar después de leer en festivales: Festival de San Sebastián 2008 , Festival de Venecia 2008




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