Crítica de la película La vida secreta de Walter Mitty por Iñaki Ortiz

La nada agradable


3/5
31/12/2013

Crítica de La vida secreta de Walter Mitty
por Iñaki Ortiz



Carátula de la película Después de dos clásicos contemporáneos de la comedia como son Zoolander y Tropic Thunder, Ben Stiller opta por una comedia romántica, más moderada, menos gamberra. Una película para toda la familia y con una intención clara de conseguir premios como comenta mi compañero David en su artículo. Una película con mensaje bienintencionado, humano, más o menos admisible por todos, con una premisa relativamente original -si es que eso es aplicable al remake de una adaptación. En resumen, un proyecto mucho más ambicioso que los anteriores. Y aquí está la paradoja. Tropic Thunder, detrás de su aspecto gamberro y chistoso, era una sátira peleona, terrorismo cinematográfico desde el centro de la industria. La que nos ocupa, detrás de todo su precioso envoltorio azul, no es más que una tontorrona comedieta para pasar el rato. E insisto, quiere ser algo más que eso, si no, no sería problema.

Su mensaje es justito, sus valores son muy básicos y el intento por emocionar solo descubre el poco gas que tiene el guión. Un guión con el que es necesario que el espectador sea muy concesivo y paciente, y cuyo mejor valor es no caer en peores caminos, cuando parece que está a punto de hacerlo. La presentación es bonita, sí, en tonos fríos y con elementos de diseño como los créditos o el atrezo (cuadernos, carteras...). Es bonita, pero, como el guión, no tiene gas. La banda sonora, plagada de buena música indie, como Arcade Fire o Junip -ya sabemos, por sus colaboraciones en ciertos videoclips, que Ben Stiller tiene buen gusto musical- termina repitiendo demasiadas veces el momento musical épico de correr hacia la aventura. Con todo, se agradece, y como la presentación visual, es agradable.

Así que esta bebida sin gas que pueden tomar desde el niño hasta la abuela, se digiere rápido y con facilidad, pero apenas deja un sabor en el paladar. Se salva, sobre todo, por lo que precisamente apenas queda del director: sus momentos de humor grueso. Las "marsopas", los golpes de laurel, el romántico del ártico. Lo que Stiller sabe hacer mejor, lo sigue haciendo bien, con el resto, resbala y se queda agarrado solo a cierto buen gusto estético. Este humor también sirve para desatascar una propuesta demasiado pomposa. Por ejemplo, el personaje de Sean Penn, que podría ser extremadamente empachoso, se salva por la buena dosis de parodia que lleva incluido.

¿Amor? Como el resto, con poco gas. Lo justo para hacer avanzar la trama con una bonita pero sosa versión de Bowie. ¿Aventura? Unas vistosas secuencias con acción a lo Matrix -a estas alturas- que tampoco es que vayan a ninguna parte. Afortunadamente pronto deja de hacer uso de ellas.

Para pasar la tarde.



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