Crítica de la película Dredd por Iñaki Ortiz

Megabloque


4/5
11/09/2012

Crítica de Dredd
por Iñaki Ortiz



Carátula de la película Pocas veces una película está tan en su lugar como Dredd. Por un lado, tiene muy claro que es un producto de puro entretenimiento, sin pretensiones. Es, y sólo quiere ser, una película de género. Por otro lado, no renuncia a la calidad, cuida los detalles y aporta un valor artístico sin querer ser lo que no es.

Dredd es serie B de la buena. Nos presenta rápidamente el contexto futurista y a los personajes para después centrarse en una trama sencillísima, de objetivos más que claros, que mantiene al espectador interesado de principio a fin. Para ello, el guionista Alex Garland, aporta continuamente elementos nuevos, aunque sin giros rocambolescos, sólo nuevos ladrillos para sumar solidez a este tren imparable. En este sentido, recuerda al mejor Carpenter, y su capacidad de construir historias sobre bases perfectamente simples, sobre las que pisa firme para seguir construyendo. Haciendo uso de la ficción de la historia: un megabloque. También viene a la mente el mítico director cuando escuchamos la potentísima y muy sintética banda sonora de Paul Leonard-Morgan, que es un chute continuado de adrenalina.

Es cañera, como una apisonadora. Como el viejo Verhoeven, Pete Travis, el director, no duda en reventar a pobres víctimas colaterales a balazos, a ser especialmente crudo en la presentación de la violencia y a dejar de lado, desde el principio, cualquier consideración ética que pueda distraer al espectador. Tenemos a un héroe, esencialmente honrado, pero sin demasiados escrúpulos funcionando en un sistema radicalmente fascista. No lo oculta, no lo adorna, no lo juzga. Esta sinceridad en el planteamiento, que una vez más recuerda a Verhoeven, consigue que uno pueda disfrutar del personaje sin necesidad de transigir con una moral repugnante (algo que sí me molestó en su momento en 300 y recientemente en las dos partes de Los mercenarios, por poner algunos ejemplos, entre muchos). Es de agradecer que Dredd no quiera venderte nada, únicamente una muy gozosa sesión de acción brutal.

Los actores están muy en su lugar, con especial mención para la cruel villana, Lena Headey. Es de agradecer que Karl Urban no haya necesitado quitarse el casco para lucirse - como sí quiso Stallone en aquel primer despropósito que es mejor no recordar.

Todo en esta película funciona, sin salidas de tono, hasta donde puede llegar, y esto le asegura un lugar para la posteridad, una fecha de caducidad amplia. Toda su estética es muy física, sucia, sólida, sin abusos infográficos -tan habituales hoy en día. Su estilo metalero, muy propio del material original del que procede, la sitúa en un futuro apocalíptico familiar, que habla del presente o incluso parte del pasado, con el desarrollo desastroso de los grandes suburbios estadounidenses. Todo el apartado artístico está cuidado, desde su modesto presupuesto, con una coherencia impecable. Sus derroches más estéticos, los relacionados con la droga slo-mo, son impactantes sin ser demasiado elaborados. Se nota que se cuida la dirección, sin ser nunca un obstáculo para la acción. Le auguro una buena maduración.



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