Dejando a un lado esos eternos minutos de lección moralista de este tipo de films, los momentos puramente de diálogo paternal y filosófico de vida resultan bastante dignos y aguantables.
El no perder demasiado tiempo en hechos puramente colocados para acentuar la tensión de la trama, y la muestra inequívoca de mucho baloncesto no dejan que el público se pierda en temas menores y ni pensamientos fuera de la butaca.
A pesar de todo, con la lamentable y eclipsadora sensación de épica casi exagerada, un film más para amantes del deporte y sus superaciones.