Crítica de la película El Caballero Oscuro por Romulo

Mucho mejor, Nolan


4/5
14/08/2008

Crítica de El Caballero Oscuro
por Romulo



Carátula de la película El simple hecho de mis cuatro estrellas, en comparación directa con las dos que otorgué a Batman begins, demuestra que he quedado muchísimo más satisfecho con esta segunda película que con aquella. A partir de aquí, y aunque luego también destacaré sus virtudes, intentaré ser crítico y señalar algunos aspectos de El caballero oscuro que no me han gustado del todo.

Lo hago por dos razones: Porque ante una película que todo el mundo ensalza con pasión enfermiza antes incluso de su estreno hay que ir con pies de plomo, y porque a gente de calidad (Nolan, Bale, Ledger, etcétera) hay que exigirles siempre el todo por el todo.

En El caballero oscuro hay un par de errores, y también otro par de cosas que, simplemente, no me han gustado mucho. Empecemos por los errores claros: la parte final es demasiado dialogada y machacona, explicativa, e incluso asentando (o intentándolo) su clímax final en su debate moral de manera explicita y, como decía, dialogada: Dos Caras, Gordon y Batman solo necesitaban una mesa y unas sillas para ya cerrar su "duelo" final entre sorbos de café.

Eso es extensible quizá a todo el tramo final de la cinta, donde abundan los discursos y todo el mensaje de la película parece necesitar ser explicado por si en la sala hay espectadores con pocas luces que no se hayan enterado de nada. El espectador es inteligente, esa es una lección que impartieron en clase el día que Nolan hizo pira.

Más problemas: La acción. Nolan mejora en este apartado pero sigue teniendo problemas evidentes. Aunque ya empieza a conseguir momentos realmente buenos (el camión volcando, impresionante momento en el que Nolan detiene el tempo de manera magistral), sigue teniendo grandes dificultades en los momentos más frenéticos, aquellos en los que precisamente es incapaz de mostrarse firme y su cámara y su ritmo de montaje se disparan más de la cuenta. Acaba por conseguir que, a menudo, las peleas, choques, persecuciones sean tan caóticas que por unos instantes no se entiende muy bien qué está sucediendo. Un ejemplo evidente: ¿cómo se le avería a Batman el batmóvil? ¿Alguien lo sabe? Terrible batiburrillo de planos fugaces durante unos largos segundos y el vehículo ya estaba KO. ¡Calma, Nolan!

Voy ahora con esos dos detallitos que no me gustan: Primero, que Batman habla demasiado, no me refiero a Wayne, si no a Batman en sí. Ya no es esa figura esquiva, ahora incluso celebra reuniones con la policía, discute y hasta se presenta a un interrogatorio en comisaría. Sólo le falta irse a tomar el pincho con los demás a la hora del almuerzo. ¡Con tanta parsimonia ya hasta deberían haberle reconocido, aunque use modulador de voz!

El segundo detalle, simplemente, es que si Gotham es tan importante (lo es, el miedo de sus ciudadanos a ser el verdugo, por mucho que deseen salvarse ellos a costa de la muerte ajena, es protagonista y clave del clímax final), no deja de ser un error que Nolan filme China exactamente igual: Las vistas aéreas nocturnas de la ciudad, con esa paleta azulada de colores mientras Batman la sobrevuela, no es que sean similares a Gotham, es que directamente parecen la misma. Es Gotham, también. Muy mal.

Son problemas de estilo que de tanto en cuanto se le cuelan a Nolan. Como ese nuevo rostro de Dos Caras, fabulosa recreación y trabajo de maquillaje, genial, me encanta, pero quizá sería más propio de otra película, de un perfil más... comic. No cuadra, por ejemplo, con el realismo (visualmente) de la figura del Joker.

Pero basta ya de defectos. Porque ante todo quiero dejar claro que, esta vez, la apuesta de Nolan sí me ha gustado, aunque (o quizá por eso precisamente) prefiere no ser coherente y se aleja del estilo de Batman begins. Para empezar, cambiamos aquellos tonos dorados por el constante azul de esta segunda película; para seguir, ésta aunque con matices regresa al habitual esquema de película de superhéroes: un héroe de fuertes convicciones morales y un enemigo que conforma el completo opuesto.

Resulta muy inteligente profundizar en los peligros de una figura como la de Batman. Más allá del dilema moral de si alguien puede "ayudar" a la justicia, estando así de algún modo fuera de ella o, más bien, por encima de ella, resulta interesantísimo ese análisis que de tan lógico parece evidente: una figura como la de Batman lejos de ahuyentar el crimen puede atraerlo, si hablamos de dementes, pervertidos y psicópatas. Además, claro está, de imitadores.

La figura de Harvey Dent está tratada con inteligencia. No es un villano al uso. Es un hombre limpio, aparentemente un tipo íntegro al que sin embargo poco a poco van extrayendo momentos confusos, ambiguos, que anuncian brillantemente el monstruo que subyace bajo su apariencia de Caballero Blanco. La transformación en el furioso Dos Caras es así más redonda.

Pero la estrella de la función, claro, es el Joker. Más allá de zarandajas sentimentales o de fan enloquecido, Ledger se gana el aplauso por méritos propios... y de Nolan. La primera escena, el robo al banco, es puro Michael Mann: la música, el ritmo, la cámara en mano. Y su presentación ante los "mafidiotas" es la definición exacta del Joker: Humor y sadismo a partes iguales: "Ja ja ja je je ji ji ji jo jo..."; "voy a hacer desaparecer este lápiz..."

Él está simplemente brillante. Su lengua nerviosa, sus ojos, siempre inquietos y nunca fijos en nada en concreto, su sarcástico y sádico sentido del humor... pero sobre todo lo que acaba por representar: El caos. El terror sin objetivo concreto. El miedo por el miedo. Nolan y Ledger magnifican la figura del Joker en todos sus sentidos, la elevan a uno de los personajes más logrados de la Historia y lo redondean con una figura vibrante, aterradora y plagada de instantes cinematográficos de altura: Su última secuencia, colgado en el vacío, boca abajo pero filmado de manera invertida para que le veamos "correctamente" es simplemente mágica, casi onírica: el Joker parece balancearse de pie, ante nuestros ojos, como un fantasmal protagonista de pesadilla.

Al final, las virtudes de esta película son muchas, comenzando por su ritmo imparable y su capacidad para estar siempre cerca del clímax, sin necesidad de grandes descansos; su conciencia de sí misma como película de calidad, aunque a la vez es lo suficientemente inteligente como para no dejar de ser una película de acción; sus actores, todos ellos de altísimo nivel; y su firme intención de tratar a personajes de comic, una historia de superhéroes, desde un enfoque adulto y lejos del perfil más juvenil de la gran mayoría de los títulos del género, hasta la fecha. Pero, eso sí, sin perder nunca de vista lo evidente: que sigue siendo una película sobre un individuo que se disfraza de murciélago, otro vestido de payaso y otro entre medias que acaba por mirar al mundo con una máscara deforme a modo de rostro. Justo aquello que nunca debió perder de vista Batman begins.

El caballero oscuro es una película de género que paradójica e inteligentemente sabe beber de otros géneros y que se enriquece, además, con sus propias esquizofrenias y enfermizos intereses. No es esa obra maestra. Pero está muy bien, sí.




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