Crítica de la película El tren de las 3:10 por William Munny

Minuto a minuto, el film me ha capturado, con el tono sencillo de las películas que poseen una historia y varios personajes con los que funcionar solas. Este es el caso claro, de un reloj bien ajustado, y unos músicos que saben tocar los instrumentos no solo bien sino al compás y juntos. Desde la presentación, hasta el comienzo del viaje, uno respira a película de siempre del oeste, con lo poco que tenían a su derredor, y termina por sentirse cómodo con las escenas que han de sucederse, lo de los tiros es lo de menos, aunque pronto los desees tanto como mascar tabaco.

La fuerza de este film radica, pienso, en la velocidad que utiliza, ideal para el suspense del camino, la persecución llena de obstáculos pocas veces vistos antes de esta manera tan real, y la conciencia de un mundo como el que se narra, en aquellos tiempos dífíciles,a lomos de un herido de guerra que no es el héroe, tan solo el que toma las decisiones correctas en favor de un público que lo contempla preocupado. A mitad de camino todos estamos bien servidos de oeste puro, pero también de una narración interna de seres abandonados a su suerte, con lo que implica estar abandonado a merced de las balas, sin ánimo de ayudarte con la educación de tus hijos.

Toda la película posee un aroma a film moderno, que sabe interpretar el pasado e incorporarle esas dosis justas de rapidez y fuerza, con la que conquistar a un público difícil, deseoso de antiguo pero contento al observar que aún se pueden contar historia de vaqueros sin caer en los duelos de siempre con conenido vacío. Al final uno se pensaba de pequeño que los buenos y los malos quedaban de vez en cuando para dar que hablar, en este film quedan porque el destino y sus vidas les obligan a mirarse a los ojos con el dedo en el gatillo y sus corazones en la mano. En aquella época uno entiende que no podían escapar de sus más íntimas naturalezas y odios. El cine visto así es maravilloso.