Crítica de la película Un método peligroso por Iñaki Ortiz

No tan peligroso


3/5
02/12/2011

Crítica de Un método peligroso
por Iñaki Ortiz



Carátula de la película David Cronenberg quiere abarcar muchos temas con esta película, tantos que no termina de rematar con ninguno de ellos. Recupera la ambición y la pretenciosidad que en parte había perdido con sus dos anteriores trabajos, pero apunta a tantos objetivos al mismo tiempo que el resultado queda algo disperso. Esta dispersión se acentúa con unas enormes elipsis que diluyen el contenido, con personajes secundarios de corto recorrido como el de Vincent Cassel, y con una estética que, exceptuando momentos puntuales, demuestra una falta de personalidad que no ayuda a la cohesión. La obsesión del director por la contención y la sobriedad, como contraste de sus primeras etapas, está cruzando los límites, despojando a su estilo de cualquier intensidad, sumido en este caso en una asepsia tan fría que no sirve para enfatizar lo importante.

Curiosamente, es precisamente al buscar el tema principal de la película, de entre los muchos amagos inconclusos, cuando se vislumbra cuál es la verdadera esencia que engloba a la película. Me explico. Enumerando mentalmente cada tema abierto, vemos en todos ellos un factor común claro: todo responde a alguna de las claves del inicio del psicoanalisis. La represión sexual de Jung que está atormentado por el deseo que le lleva fuera del matrimonio; la ruptura con la figura paterna representada en Freud; la desinhibición del doctor "loco"; la culpa que provoca el masoquismo en la protagonista. A través de todos estos personajes se construyen cuestiones psicológicas básicas y paradigmáticas, que ambientan ese principio de la psicología mejor que los peinados relamidos, los bigotes y el vestuario. Aunque también, de forma explícita, especialmente en los diálogos entre Freud y Jung, se ponen de manifiesto las grandes corrientes principales del psicoanálisis, con sus puntos fuertes y débiles.

Lo que termina por salvar la película son las excelentes interpretaciones de sus protagonistas. Michael Fassbender, que se sigue confirmando como uno de los actores más interesantes del momento, sabe componer este personaje tan distinto a otros trabajos suyos, manteniendo el peso más importante de la película. Viggo Mortensen, tremendo, con todo el carisma que requiere un personaje de tal relevancia, con una voz aviejada y una presencia descomunal. Keira Knightley, en un trabajo muy por encima de su nivel habitual, consigue enfrentarse a un personaje repleto de excesos y manejarlo con maestría.

En definitiva, una película con muchos valores aunque con un conjunto algo deshilachado, en parte porque Cronenberg, por alguna razón, está decidido a convencernos de que su personalidad como director tiene más facetas. Aquí se ha pasado de moderado.



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