Crítica de la película No basta una vida por Romulo

Otra promesa olvidada


3/5
03/10/2007

Crítica de No basta una vida
por Romulo



Carátula de la película Recientemente comentaba Tarantino que el cine italiano actual apesta. No lo dijo con estas palabras pero tampoco suavizó nada el tema; tanto así que provocó las iras de más de uno en tierras transalpinas. Por ejemplo, recuerdo a Sofia Loren acusando a Tarantino de no tener ni idea de cine italiano y ni siquiera, decía, del cine de su país.

Sea como fuere, por una vez el bocazas de Quentin tenía mucha razón. Italia ha sido siempre un país de nombres interesantes, en lo artístico. Y no miremos a pasados periodos históricos porque ahí nos apabullan. Si nos fijamos sólo en el cine, son muchísimos los directores que nos han legado un trabajo fantástico. Es lógico acordarse de clásicos como Pasolini, De Sica, Fellini, Antonioni, Visconti o Rossellini, y de otros también interesantes como los hermanos Taviani, el irregular Tornatore o Bernardo Bertolucci. Pero, claro, vivir del cuento sirve de poco. Ahora, Italia rara vez es garantía de nada, salvo si el que firma es Nani Moretti -y no siempre. Porque otros como Bertolucci ya no hacen "cine italiano". Y el propio Tornatore o Franco Zeffirelli tampoco son ya demasiada garantía.

Cierto es que tampoco conocemos absolutamente todo lo que por allí se hace, pero prueba del mal momento es el aluvión de quejas que se escuchan en la Mostra de Venecia cada vez que se pasa una nueva película italiana. De vez en cuando surge una excepción (hace poco se ha estrenado The last kiss, remake de L'ultimo bacio, película que -recordaréis- gustó bastante en su momento), sí, pero es que son muy muy muy de vez en cuando.

Toda esta chapa la meto para establecer un vínculo con el lector que piensa igual que yo, para, acto seguido, desequilibrarle al añadir un dato más que relevante: Ojo, No basta una vida es una película de producción italiana pero tiene firma turca en la silla del director: Ferzan Ozpetek, un tipo con una carrera quizá no brillante pero que sí nos ha dejado varios títulos interesantes, primero en su país, (El último harem o Haman: el baño turco) y luego ya en Italia: El hada ignorante o La ventana de enfrente.

Es una lástima (otro síntoma del mal estado que vive el cine italiano) que aquí en España sus últimas películas no se hayan distribuido del modo cuando menos aceptable en que se distribuyeron sus películas turcas. De todos modos, a Ozpetek le noto cansado, algo anclado en su propio discurso, ya para nada novedoso. Pero no me gustaría que esta vez el espectador que pudiera tener algún interés en la película se guiase por sus miedos ante la triste crisis de la cinematografía italiana. Y es que, al menos, Ozpetek supuso un ligero pero fresco soplo de creatividad cuando llegó a Italia allá por el año 2000.



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