Crítica de la película Los productores por Iñaki Ortiz

Vamos a suponer que la primera versión de “Los productores”, aquella que hiciera el guasón Mel Brooks (“La loca historia de las galaxias”, “El jovencito Frankenstein”) fuera una pieza interesante. Aunque no tuvo éxito en su día parece que ha ido ganando peso con el tiempo, y sobre todo al montarse hace pocos años el musical del mismo nombre cuyo guión también firmaba el señor Brooks, treintaytantos años después. Vamos a suponer que este musical valiera la pena realmente, que aportase algo nuevo y que no era una tontería más de Brodway. Mucho suponer.

¿Suponemos también que hace falta hacer de nuevo la película al calor del musical que nació al calor del auge de la otra película? Bien, supongámoslo también. Y qué hay del tema de que se le haya asignado la tarea de dirigirlo a una coreógrafa que no ha dirigido ninguna película para el cine. ¿Pero esto no era una película? Una película de cine. Supongamos que esta coreógrafa tiene algo que ofrecer.

¿Y Mel Brooks? Quien vuelve a firmar por tercera vez el guión, con un colaborador suyo, que ya trabajó en el musical - Thomas Meehan, responsable de nada menos que aquel musical de John Huston “Annie”, eso de “el sol brillaráaa mañanaa...” vale dejo de cantar. El humor de Brooks está más trasnochado que los pantalones de campana, sólo que a diferencia de estos, el humor de Brooks no vuelve nunca. Hace tiempo que ya no tiene gracia y me temo que “Los productores” no va a ser una excepción.

Total, que aun suponiendo todo de forma muy optimista, y por mucho que Uma Thurman lo de todo para lucirse, que Matthew Broderick siga sin envejecer y que Nathan Lane ponga su cara de afeminado que tan estudiada tiene, y que Will Ferrell haga su papel de Jim Carrey sin gracia, aquí, señores y señoras, no hay película.

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