Crítica de la película The Master por Hypnos

Paul Thomas Anderson


5/5
07/01/2013

Crítica de The Master
por Hypnos



Carátula de la película Una película de Paul Thomas Anderson, en los días, que corren es uno de esos claros ejemplos en los que hay que buscar las mejores galas que uno tenga y correr a toda velocidad al cine.

Anderson no es un director que sea excesivamente prolífico. Si tuvimos que esperar 5 años entre su fallida Punch drunk love y su Pozos de ambición, hemos tenido que esperar otros 5 años desde aquella película que mantuvo una bonita rivalidad con No es país para viejos y su nuevo film, The master, estrenado y coronado en Venecia, con el permiso de Kim Ki Duk, pero que en España hemos tenido que esperar hasta este comienzo de 2013.

Paul Thomas Anderson es uno de esos directores que, a pesar de su juventud, se sabe que va a ser uno de los grandes directores del presente y del futuro, probablemente sea el mejor director de cine estadounidense y quizá estemos ante una especie de nuevo Kubrick. Todo esto dicho en estos momentos puede resultar azarosos y excesivo pero los proyectos de Paul Thomas Anderson gozan de ua complejidad y densidad como pocos y que remiten directamente a Stanley Kubrick.

Más allá de haber sido un director coral, alumno aventajado de Robert Altman, y de componer películas corales como Boogie Nights o su impecable Magnolia, incluso su ópera prima Sidney, con Pozos de ambición, Paul Thomas Anderson se ha lanzado a escarbar en el pasado de la historia reciente de Estados Unidos para intentar condensar en un metraje largo diferentes capas que hacen difíciles los primeros visionados. Así me sucedió con Pozos de ambición, film que en su primer visionado no me terminó de convencer pero que va ganando poso y fuerza conforme se revisita. Y este tipo de película es la que nos espera en The master. Una vez más, la religión, o mejor dicho, la fe de un hombre complicado, otro retrato tortuoso y lleno de aristas, de Daniel Day-Lewis vamos a pasar al resucitado Joaquin Phoenix, acompañado de un Phillip Seymour Hoffman que si es magistral de por sí, con su descubridor se corona, acompañados de una Amy Adams que tiene la fuerza que necesitan los personajes cada vez más atormentados y complejos en los que busca hurgar Paul Thomas Anderson.

Todo en su cine es EGO, todo en su cine es maestría y exceso, densidad, complejidad, como si pretendiese resumir mucho en cada fotograma y como si quisiese buscar siempre el camino más complicado para contar lo sencillo. Puede gustar o no pero estamos asistiendo a estrenos de los que nos acordaremos dentro de muchos años.

Señores, aquí llega Paul Thomas Anderson.




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